CONSECUENCIAS DEL COLAPSO ECONÓMICO

Los caídos de la clase media

La crisis arrastra a miles de personas que nunca antes pasaron dificultades

TONI SUST
BARCELONA

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No quieren salir en la foto. La mayoría siente vergüenza. No habían previsto esta situación. Hace tan solo dos años les hubiera parecido un chiste plantearse que esto les pudiera pasar a ellos. Pero existen y cada vez son más: miles de personas que han sido apeadas de la clase media por el vendaval de la crisis. De lo que el común de los mortales considera clase media. Las entidades sociales detectaron hace tiempo su irrupción en la creciente bolsa de la pobreza. Gente que vivía de forma desahogada, que viajaba al extranjero en vacaciones, que contaba con nóminas cuantiosas, incluso gente adinerada, que ahora conoce qué es no poder asumir pagos rutinarios, qué es un desahucio o consumirse en el paro. Los afectados sufren una inesperada caída económica que les cambia la vida, probablemente para siempre, a la vista de la situación general. No se han convertido aún en usuarios de los servicios sociales, con algunas excepciones. Están solo un peldaño por encima. Al borde.

Xavier Orteu, director de Insercoop, entidad que se dedica a la inserción laboral, conoce de cerca a este colectivo, el de los «nuevos pobres» o «trabajadores empobrecidos». Insercoop se centra en intentar prevenir, en evitar que toquen fondo: «Se trata de parar la caída. De convencerles de que son capaces de cambiar su situación, su futuro. El nuevo pobre está en estado de choque por lo que le ha pasado. Nuestro mensaje es que saldrán adelante y con ellos como protagonistas. Se trata de personas que todavía no han bajado los brazos. El objetivo es que no lleguen a identificarse como pobres».

En estos casos, el objetivo no es tanto la formación. Ese no suele ser el problema. «Es gente con el orgullo tocado. No solo es que no tengan dinero. Se sienten humillados, ante su mujer o su esposo, ante sus hijos». El ambiente general influye: «Peor que quedarse sin trabajo es pensar que no volverás a tenerlo nunca».

Insercoop desarrolla el programa Acciona't, con un presupuesto de 150.000 euros, que aporta la Generalitat. Hace menos de un año que está vigente, lo que según Orteu impide todavía extraer conclusiones, e incluye a 180 personas. Consta de varios talleres en los que se enseñan fórmulas de ahorro, a enfocar otro tipo de consumo, a descubrir trucos para pasar con menos. Es formación pero, como subraya Orteu, el núcleo del asunto es otro: «Necesitan gente que los escuche». Y de vez en cuando algo más: la entidad ha ayudado a alguno de los afectados a retrasar el desahucio de su piso. Orteu subraya que a diferencia de hace tres o cuatro años, el entorno de los caídos de la clase media está debilitado. Eso desteje a marchas forzadas la red familiar que antes permitía a una persona contar con un colchón. La velocidad a la que uno puede pasar de perder el trabajo a encontrarse en la calle se cuenta por semanas.

Y eso no es fácil: las personas que ya conocían la pobreza están mucho más preparadas para la adversidad que quienes provienen de un entorno con capacidad económica. Los nuevos pobres no tienen la menor idea de cuál es el circuito en el que pueden encontrar comida o cama.

DIVERSIDAD EN LA POBREZA/ El de los trabajadores empobrecidos no es el único colectivo al que la adversidad alcanzó sin aviso previo. Hay otro que guarda similitudes, aunque también una gran diferencia: sí subsiste gracias a los subsidios. Son los nuevos beneficiarios de la RMI, la Renta Social Mínima, a los que se conoce como «ocupacionales», para diferenciarlos de los tradicionales, los «sociales». Sergi Pascual, responsable de los servicios de inserción laboral en Catalunya de la Fundación IRES, recuerda cómo a partir del 2008 empezaron a llegar a la órbita de la RMI personas que habían perdido su trabajo y luego, consumido el subsidio de paro. Gente que siempre había podido trabajar. Si los nuevos pobres no llegarán a ser beneficiarios de la RMI es precisamente porque la irrupción del colectivo de desempleados sin subsidio decidió a la Generalitat dejar a este colectivo sin esta prestación ante la constatación de que no podía afrontar el coste. Pascual constata cómo los beneficiarios de la RMI «sociales» están cada vez más empobrecidos, y los «ocupacionales» van ingresando en el grupo de los «sociales».