SINGULAR SENTENCIA POR PLAGIO

Ni los belenes son sagrados

Un tribunal condena a una firma del Maresme por vender figuras de pesebre copiadas

Manuel Oliver muestra uno de los grupos de figuras plagiados, el jueves.

Manuel Oliver muestra uno de los grupos de figuras plagiados, el jueves.

J. G. ALBALAT
BARCELONA

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La Navidad es símbolo de paz, amor y felicidad. Por tradición cristiana, el pesebre es uno de los elementos que transmiten esos valores. Pero el negocio de los belenes no se libra de las luchas internas para hacerse con el mercado. Ni tampoco se libra de la piratería. Al menos eso es lo que se desprende del pleito que ahora ha resuelto la Audiencia de Barcelona. Un tribunal ha dado la razón a la empresa Oliver Art, que se dedica, desde 1914, a crear y vender figuras de pesebre, y ha condenado a la mercantil Reilaflor S.A. a dejar de comercializar determinadas obras, a retirar de los comercios sus productos y a pagar una indemnización de 90.254 euros por competencia desleal. La sentencia puede ser recurrida.

98 años de antigüedad. Primero en el barrio de Sants, en Barcelona, y ahora en L'Hospitalet de Llobregat. Manel Oliver es el representante de la tercera generación de la empresa que lleva su apellido. Los 40 trabajadores de esta fábrica, que exporta, sobre todo, a Europa y Sudamérica, elaboran a la semana miles de figuras del belén: los reyes, el zapatero, el carnicero, los pastores, el herrero, el corral del burrito, el afilador. Todo el elenco de tradicionales personajes y escenarios.

«Nuestra empresa es conocida en todo el mundo. Esta semana he estado en una feria en Fráncfort sobre productos navideños y tenemos oficinas en Francia, Alemania e Italia. El 80% de nuestra fabricación son figuras de pesebres y el resto, objetos de Navidad», explica Oliver. Y como ocurre en otros sectores, el plagio está a la orden día.«Nos copian en todas partes: Alemania, Francia y hasta China. Tenemos que defendernos», relata con amargura.

Menos ventas

Unos grandes almacenes fueron el lugar donde descubrió la guerra sin cuartel que libraban otras empresas para hacerse con el sector. Entre el 2008 y el 2010, Oliver Art vio reducidos a un tercio los encargos.«Nos compraban menos y descubrimos que en los estantes había artículos similares a los nuestros en un 80% y con un embalaje casi igual. El consumidor los confundía con nuestros productos», detalla el empresario. Las figurillas de las discordia estaban siendo distribuidas por la empresa Reilaflor, especializada en flores y radicada en el Maresme.

La discusión judicial se centra en nueve figuras (desde el afilador a los pastores) de la marca Durexina. En una primera sentencia, un juzgado mercantil desestimó la demanda de Oliver Art porque, a su entender, no existía riesgo de confusión y las figuras de belén «no gozan de una singularidad competitiva que distinga en el mercado su origen empresarial».

La Audiencia de Barcelona ha anulado esta decisión y considera que Reilaflor ha incurrido en actos de «competencia desleal»y de«confusión», por lo que ordena el cese de la comercialización de sus figuras. Según la sentencia, los embalajes de la empresa condenada tienen«las mismas figuras, en la misma disposición, y con idénticos fondos y ambientaciones». Era tal la similitud que un hipermercado devolvió a Oliver unas partidas que había comprado a Reilaflor.