El 5% de los alumnos de grado en Catalunya son hijos de inmigrantes

M. J. I. / BANYOLES

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Muchos de los hijos de inmigrantes que llegan a la universidad desarrollan lo que los expertos denominan aculturación aditiva, es decir, adoptan conductas e ideas del país de acogida y las suman a las de su cultura de origen. Eso no significa, insisten quienes han estudiado el fenómeno, que las tradiciones familiares no sean preservardas. Al contrario: se convierten en motivo de orgullo y, a veces, en una oportunidad. Nahi Drammeh presume, por ejemplo, de hablar cuatro lenguas con fluidez: catalán, castellano, inglés «y soninké, la lengua familiar». Gracias este dominio espera que se le abran algunas puertas,cuando tenga que buscar trabajo, apunta la joven.

Como Nahi, Hawa y Aisse, las tres chicas con las que colabora la Associació de Suport a Joves Sudsaharianes en el Batxillerat, el pasado curso 2013-2014 -el último sobre el que la secretaría de Universitats de la Generalitat tiene datos disponibles- en la universidad catalana realizaron estudios de grado un total de 9.410 alumnos de origen extranjero. Representan un 5% respecto a los más de 187.000 estudiantes universitarios que hubo ese año en Catalunya. Buena parte de ellos, eran jóvenes ya nacidos aquí, hijos de la oleada migratoria que llegó a España en las dos últimas décadas del siglo XX.

Aunque el porcentaje es todavía reducido (sobre todo, teniendo en cuenta que en primaria los extranjeros suponen un 13% del total de estudiantes y que en secundaria son un 16%), lo cierto es que la presencia de este colectivo en la universidad no deja de aumentar. Hace cinco años, en el curso 2009-2010, las universidades catalanas tenían matriculados a unos 5.400 hijos de inmigrantes, un 42% menos que ahora.

MINORÍA AFRICANA

 De los 9.410 universitarios extranjeros que hubo el año pasado, tan solo 794 eran de procedencia africana. Y dentro de este grupo, la gran mayoría tenían sus orígenes en países del Magreb (sobre todo en Marruecos), «donde la educación, tanto para el hombre como para la mujer, está mucho mejor valorada que entre las poblaciones de raza negra», indica Blanca Andelic, trabajadora social del Consorci de Benestar Social del Pla de l'Estany y cofundadora de la oenegé.

Aunque en el caso de las chicas subsaharianas, la barrera más difícil de franquear suele ser la de las tradiciones familiares, en general, el principal escollo de los estudiantes extranjeros es económico. «No solo por el coste de los estudios, sino porque muchas veces sus familias necesitan que se pongan cuanto antes a trabajar para echar una mano y sustentar al grupo», indica Helena Troiano, socióloga de la Universitat Autònoma de Barcelona.