EQUIPAMIENTOS CULTURALES

Los adolescentes inician la conquista de las bibliotecas

Jóvenes usuarios de la biblioteca Xavier Soto, en el barrio de Llefià, en Badalona.

Jóvenes usuarios de la biblioteca Xavier Soto, en el barrio de Llefià, en Badalona.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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Entrar en una biblioteca ha dejado de ser un ritual consagrado al silencio y las lamparillas de lectura entre la penumbra, reservado a sesudos estudiosos o a universitarios apurados por un examen inminente. Las bibliotecas son, desde hace ya un par de décadas, algo muy distinto. Han abierto ventanales, han habilitado espacios para usuarios más jóvenes y, además de prestar libros, también ofrecen materiales audiovisuales, revistas y cómics y conexión gratuita a internet. Y en los últimos años, incluso, se han convertido en territorio adolescente. Ahora son «lugares de encuentro, sitios en los que los chicos se dan cita, con salas de exposiciones y talleres y con agendas de actividades muy dinámicas», esgrime Carme Fenoll, jefa del Servei de Biblioteques de la Generalitat.

Las cifras le dan la razón: mientras en el conjunto de Catalunya, la red de bibliotecas públicas ha aumentado en un 10,2% el número global de usuarios desde el 2011, la franja de público adolescente (jóvenes en edad de ir al instituto) ha crecido casi el triple, cerca del 27%. En provincias como Girona y Tarragona, las tasas de incremento son espectaculares, del 95% y del 78%, respectivamente, según datos facilitados a este diario por la Conselleria de Cultura.

«Es una gran noticia, la verdad, porque la adolescencia había sido, al menos hasta ahora, el gran reto, una franja de edad muy complicada para quienes investigamos sobre este ámbito», celebra Mireria Manresa, profesora de Didáctica de la Lengua en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y miembro del Grup de Recerca de Literatura Infantil i Juvenil i Educació Literària (Gretel) de la misma universidad.

Aunque sostiene que, a partir de «estos primeros datos cuantitativos de la conselleria, haría falta desarrollar un estudio más cualitativo, para saber quiénes son estos jóvenes y qué motivaciones les impulsan», Manresa se aventura a apuntar algunas posibles explicaciones al fenómeno. «Está claro -señala- que las bibliotecas se han convertido en espacios de socialización, en los que los chicos se encuentran para hacer los deberes juntos y participar en otras actividades. Eso es muy importante a esas edades», subraya. «También influye el hecho de que sus fondos sean cada vez más eclécticos, más atractivos, que ya que no se limiten a la literatura en sí», agrega la investigadora.

GENERACIÓN CONECTADA

Y, en tercer lugar, prosigue, «es evidente que para esta generación de teléfonos móviles y tabletas ha sido determinante el tener acceso gratuito a internet y a la señal wifi». Eso no resta importancia al incremento de usuarios, indica Manresa. «Lo importante es que los jóvenes frecuenten las bibliotecas, que se familiaricen con ellas... Luego, ya irán conociendo también todo lo que hay en ellas», sostiene.

Esto es lo que ha hecho, por ejemplo, Carme Barroso, directora de la biblioteca pública Xavier Soto de Badalona, el equipamiento de referencia para los difíciles barrios de Llefià y de La Salut. «Hemos ampliado nuestro fondo bibliográfico con títulos sobre tatuajes, sobre maquillaje y estética... Y, sobre todo, hemos abierto un nuevo espacio dedicado al mundo laboral. En el lugar en el que hasta hace poco se encontraba el área de acogida de la biblioteca, ahora hay información para que los jóvenes orienten sus carreras profesionales», explica Barroso.

«Cada equipamiento tiene autonomía para decidir su oferta y para elaborar una programación propia», indica Fenoll, que destaca que «en Catalunya hay experiencias muy interesantes, como la del concurso de manga que promueve la biblioteca Ignasi Iglesias de Barcelona o el Bibsons», un programa de radio hecho por los propios jóvenes, que organizan las bibliotecas de Trinitat Vella, también en la capital catalana y la de Palafrugell (Baix Empordà).

Se hacen también concursos de booktrailers (cortometrajes, con el móvil o tabletas, que cuentan resumida una novela), juegos de palabras como Verbaliada y «casi 700 clubs de lectura», detalla Fenoll.

DE USUARIOS A LECTORES

¿Y qué hay que hacer para que den el salto de mero usuario a lector? «Bueno, lo importante es que sean ellos, los adolescentes, quienes tomen la iniciativa. Eso es fundamental», afirma Mireia Manresa, que dedicó su tesis doctoral a estudiar los hábitos lectores de los adolescentes y a analizar los efectos de las actuaciones escolares en las prácticas de lectura.

La función de los bibliotecarios (o de los monitores y adultos que acompañan a los jóvenes en este proceso) es «escuchar, estar muy atentos a los gustos de los chicos y mantenerse al tanto de la actualidad, para, a partir de ahí, ir haciéndoles recomendaciones e ir trazando un itinerario de progreso», explica la profesora de al UAB. También influye, ya se ha dicho, que la actividad sea en grupo (valen los grupos virtuales, por internet) y es muy importante, «que haya siempre libros a su alcance». «También en casa», subraya.