relato de un episodio de riesgo

Los acampados contactaron con los Mossos para prevenir tumultos

Un grupo de acampados rodean una parte de la plaza de Catalunya la madrugada del domingo.

Un grupo de acampados rodean una parte de la plaza de Catalunya la madrugada del domingo.

J. G. ALBALAT
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los indignados de la plaza de Catalunya se mantuvieron en alerta durante la celebración de la victoria del Barça, que derivó en disturbios en las cercanías del campamento, y consiguieron salir airosos de su empeño en mantener la acampada al margen de la violencia iniciada por una minoría incontrolada hacia la una de la madrugada del domingo. De hecho se estaba más seguro dentro del perímetro de la plaza que en sus inmediaciones.

Los acampados habían medido el riesgo que implicaba la decisión de no disolver su protesta pacífica. A mediodía del sábado, un representante de los indignados se dirigió al puesto de atención ciudadana de los Mossos d'Esquadra situado bajo la plaza de Catalunya y pidió dialogar con los responsables del cuerpo. Los acampados, contó, tenían intención de protegerse de los alborotadores, y quiso saber si los Mossos tenían previsto desalojar la plaza durante la noche. A partir de ese momento, explicó ayer Manel Prat, director general de la policía autonómica, se inició un diálogo, vía correo electrónico, que incluyó el envío por parte de los Mossos de varias medidas de autoprotección. «En ningún momento se pensó en desalojar a los acampados», aseguró Prat. Los Mossos les aconsejaron agrupar y custodiar los objetos susceptibles de causar peligro -cosa que hicieron- y mantener transitable el acceso a la plaza.

Prat relató que los indignados formaron una barrera humana que impidió ese acceso, medida que la policía consideró peligrosa para los acampados. EL PERIÓDICO, no obstante, comprobó que se podía entrar y salir del espacio. Se ocuparon las escaleras de acceso a la plaza y se controló el perfil de quien entraba, pero los acampados no impedían el paso salvo si se trataba de alguien de quien sospechaban que podía ser violento.

DEBATES Y MÚSICA / Cuando en la calle de Pelai se iniciaron los actos más violentos de la noche, en la plaza de Catalunya reinaba la calma. Los acampados debatían, jugaban a cartas o tocaban música. En la plaza había unos 3.000 indignados, según Prat, quien cifró en 50.000 las personas que fueron al centro de Barcelona a festejar la Champions ganada por el Barça.

El responsable de la policía celebró como un triunfo propio el hecho de que un representante de los acampados se pusiera en contacto con la institución. «Esto refuerza nuestra actuación del viernes», dijo Prat, que definió como «necesaria y oportuna» aquella carga policial contra los acampados. «Cumplimos el objetivo de limpiar la plaza y evacuar el material peligroso ante la victoria del Barça», añadió, en respuesta al inminente alcalde, Xavier Trias, que considera que dicha acción no logró lo que pretendía.

Desde la plaza, apenas se oyeron las estruendosas cargas con que los Mossos repelieron al grupo de violentos que, explicaron, les agredieron lanzando objetos.

Se logró que el vandalismo no perjudicara a la indignación.