Famosos entre barrotes

Y llegó la 'doctrina Pantoja'

La probable entrada en la cárcel de la tonadillera lanza un aviso: en casos de corrupción será difícil que se suspendan las penas de cárcel. La presión social ha aumentado a zancadas de gigante.

Y llegó la 'doctrinaPantoja' Isabel pantoja Delito: Blanqueo de capitales. Condena: 2 años y una multa de 1,1 millones. A partir de los 6 meses podrá recibir los primeros permisos penitenciarios. Maite zaldívar Delito: Blanqueo de dinero. Condena: 2

Y llegó la 'doctrinaPantoja' Isabel pantoja Delito: Blanqueo de capitales. Condena: 2 años y una multa de 1,1 millones. A partir de los 6 meses podrá recibir los primeros permisos penitenciarios. Maite zaldívar Delito: Blanqueo de dinero. Condena: 2

NÚRIA MARRÓN

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Justicia ejemplarizante o cabeza de turco?», tuitea estos días el búnquer Cantora en un mensaje en el que aparece Isabel Pantoja envuelta en (no es broma) una bandera turca. «De coña todo. La justicia no existe, amigos, solo existe la opinión de los injustos», se descolgaba la tonadillera, mientras los jueces de la Audiencia de Málaga -que días atrás le negaron la suspensión de su condena- dirimen su último recurso de súplica para librarse de la cárcel. Lo cierto es que más allá de las coreografías del dolor de la cantante, de los llantos entrecortados de sus portavoces en los platós y de la recogida de firmas en change.org para que no pise el penal -y que apenas ha sumado más de 5.000 apoyos-, la copla carcelaria de la artista tiene una subtrama jurídica. Si no hay un giro inesperado de guion, todo apunta a que la nueva jurisprudencia que, de un tiempo a esta parte, secundan los tribunales también alcanza a los famosos. Aquí llega, pues, la doctrina Pantoja.

 

    Cuando hace un año y medio escuchó la sentencia, la artista se desvaneció y, como recordarán, acabó entrando al coche en volandas, con la mirada ida. Sin embargo, sus abogados debieron de calmarla dando por hecho que no iría a la cárcel: había sido condenada a dos años y no tenía antecedentes penales, dos requisitos que suelen equivaler a libertad. «Eso ha sido una práctica habitual, pero no es un derecho del ciudadano, sino una potestad del juez -afirma el catedrático de Derecho Joan J. Queralt -. Sin ponerse explícitamente de acuerdo, en casos de corrupción y de torturas policiales, se está tendiendo a considerar que las penas no se pueden suspender. 'Por ser poderoso o famoso, no te vas a librar' es el mensaje. Los jueces trabajan bajo un escrutinio que ojalá también hubiéramos tenido con los políticos. La presión social es muy fuerte».

 

Entre la sentencia y el último auto, el hartazgo ante los recortes sociales y los desmanes de políticos y financieros ha crecido a zancadas de gigante. Y ese telón de fondo de la doctrina Pantoja se mastica en el texto en el que se le negó la suspensión de la pena argumentando que blanquear dinero es un «delito muy grave», que la resolución debía «servir de freno» para actuaciones similares futuras y que conceder la libertad condicional podía identificarse con la «cuasi impunidad material» que parecen tener, decía textualmente, «banqueros, políticos y personas poderosas o de relevancia pública».

 

 

1.661 casos abiertos

 

Los números, tozudos, dan la razón a la Audiencia. En el inventario del año pasado del CGPJ, la corrupción -el asunto que más preocupa por detrás del paro- arrojaba 1.661 casos abiertos y apenas 30 reclusos. Claves de esta ecuación son un marco legal laxo, delitos que prescriben, penas que permiten eludir la cárcel, causas que se prolongan por su complejidad y las argucias de los abogados, y una tremenda saturación. «Los jueces españoles tienen el doble de carga que la media europea y, además, el Gobierno, cuyo partido acapara el mayor número de casos, no repone plazas y desmantela las unidades especiales anticorrupción», señala Queralt. ¿Se está utilizando entonces el caso Pantoja como señuelo? «Yo creo que no -sigue-. Está claro que faltan muchísimos medios,  pero que las cosas han cambiado en la judicatura lo demuestra, por ejemplo, que, cuando empezó a investigarse el caso Nóos, muy pocos pensaban que llegaría tan lejos. Y, sin embargo, Urdangarín difícilmente se librará de la cárcel y la infanta, como mínimo, deberá pagar hasta el último euro».

 

La probable entrada en prisión de la cantante coincide con otro check in inminente: el de Josep Lluís Núñez, expresidente del Barça y condenado a dos años y dos meses por haber sobornado durante eones a inspectores fiscales. En su caso, ni sus 83 años, ni el «victimismo» con el que ha suplicado eludir la cárcel parece que lo separarán del camastro. Así que en breve se espera que engrose ese Orange is the new black a la española, en cuyo reparto ya figuran vips de pasado revistero como el exalcade de Marbella Julián Muñoz y su exesposa Maite Zaldívar -la que en prime time decía que su marido llegaba a casa con bolsas de basura a reventar de billetes-; el torero José Ortega Cano, y el expresidente del Sevilla y ex de Sofía Mazagatos José María del Nido, que en calidad de abogado se levantó 2,8 millones de las arcas marbellís. En la ciudad, por cierto, apenas se han recuperado 5 de los 300 millones robados. «De la cárcel se sale, de pobre no», decía Jesús Gil.

Celdas dobles y televisión

¿Y qué pasa cuando llegan a la cárcel? Hay casi tantas hojas de ruta como casos, aseguran fuentes penitenciaras. Pantoja, por ejemplo, podría obtener los primeros permisos a los seis meses. A los 13, el tercer grado. Y entre los 16 y los 18, la libertad condicional. Saltándose los tempos, Interior concedió días atrás el tercer grado a Jaume Matas cuando apenas había cumplido tres de los nueve meses de pena. El fiscal recurrió.

La mayoría de vips suelen compartir celdas dobles en los llamados módulos de convivencia y participación, donde los presos, de bajo perfil conflictivo, autoorganizan su vida diaria y se reparten tareas como la limpieza. La rutina es implacable. A los ocho, primer recuento, apertura de celdas, limpieza y desayuno. A las nueve, actividades. De doce a dos, comida. Segundo recuento. Patio. Más actividades. De siete a nueve, cena, retiro a las celdas y tercer recuento. Cada semana, los reclusos tienen derecho a entre dos y tres visitas, cinco llamadas y una tarjeta con la que se pueden gastar 80 euros en el economato. Una o dos veces al mes pueden acceder al vis-à-vis. Están permitidos la tele, la radio y los libros, y prohibido el móvil y el ordenador.

Bajo este régimen, Julián Muñoz ha estudiado derecho penitenciario -no es de extrañar: aún tiene 40 causas pendientes-; Ortega Cano va al gimnasio, no se pierde la misa dominical y ha dictado una conferencia sobre toreo, y Maite Zaldívar asiste a cursos de inglés, teatro y costura. Habrá que ver qué actividades acaba programando Isabel Pantoja.