Gente corriente

Lina Payatos: "Si me meten en prisión, me convertirán en mártir"

Tras tres intentos de desahucio, esta madre en paro se enfrenta a graves cargos por un escrache.

«Si me meten en prisión, me convertirán en mártir»_MEDIA_1

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GEMMA TRAMULLAS

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Detrás de una denuncia por calumnias, injurias, amenazas, coacciones, manifestación ilícita, desorden público y delitos contra las instituciones del Estado a raíz de un escrache frente a la vivienda de un concejal y diputado del PP, hay una mujer menuda, cariñosa y guerrera que está en paro y malvive con dos hijos menores a su cargo en una casa de Torrelles de Foix (Alt Penedès) subastada por el banco.

-Se me ha pasado por la cabeza traer un guardaespaldas a la entrevista.

-Pensaba que se encontraría con una matona, ¿verdad? Pues ya ve que no.

-¿Qué pasó el 16 de marzo del 2012?

-Diría que fue el primer escrache que hice con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Aquel día yo estaba mal. Pensaba en mis hijos y en las dos veces en que he estado a punto de tirarme por un barranco. Veía a aquel hombre tras las cortinas de su ventana y... ¡me sentía tan impotente!

-Ese hombre es Antonio Gallego, concejal del PP en El Prat y diputado en el Congreso.

-Fíjate si somos tontos que solo con que te escuchen y te digan que intentarán hacer algo ya sientes un poco de consuelo y la rabia cede. Pero él no quiso escucharnos. Dijo que éramos una panda de matones. ¿Yo soy un matón, con 1,50 metros que mido?

-Gallego escribe en su web: «Sé de primera mano que hay muchas familias que lo están pasando mal. Cualquier político mínimamente sensato debe emplear todo su esfuerzo y dedicación en resolver las consecuencias de esta situación». ¿Le han llamado él o su entorno para hablar de lo que pasó y saber de dónde sale tanta rabia?

-No. Si lo hubiera hecho me lo hubiera llevado a tomar un café (pagando él, que gana más) y le hubiera explicado la realidad de miles de personas. ¿Pues no tienen que velar los políticos por el bien del pueblo?

-No lo ven igual ni él ni la fiscalía, que la han denunciado por la vía penal.

-No le amenacé con matarle, ni forcé su puerta. Claro que dije palabrotas y que estaba sofocada. Esto no es un partido de fútbol, ¡es mi vida y la de mis hijos!

-Le llamó cucaracha.

-¿Y me van a meter en la cárcel por llamarle cucaracha a alguien? Estamos esperando a que el juez diga si admite o no la denuncia, pero si me meten en prisión, que no lo creo, me convertirán en una mártir.

-¿Se lo ha contado a sus hijos?

-«Si ese hombre te mete en la cárcel, iré a su casa y le llamaré cucaracha con un megáfono», dijo mi hijo. «¿Por qué, cariño?», le pregunté. «Para que me metan contigo en la cárcel». Que te diga esto un crío de 11 años que está con psicólogos y pastillas...

-Ha sobrevivido a tres desahucios.

-Mi expareja y yo éramos autónomos. Yo tenía dos carnicerías. Nos quedamos en paro y mendigamos durante dos años. ¡Jamás podré pagar la generosidad de mis vecinos! Pedimos que nos redujeran la cuota de 500 euros de la hipoteca, pero en octubre del 2011 llegó el primer desahucio. Ese lo paré yo sola gracias a un escrito a lápiz que presenté en el juzgado a última hora, suplicando que me dieran más tiempo.

-En los siguientes dos desahucios ya contó con la ayuda de la PAH.

-Ya no podía más y estaba dispuesta a entregar las llaves, pero me rescataron dos compañeros de la PAH de Vilafranca del Penedès. Me llevaron a la reunión de afectados de los viernes en Barcelona y viendo cómo se ayudaban y cómo luchaba toda aquella gente decidí plantarme y no entregar las llaves. «Así empezamos, empoderando a la gente», me dijo la abogada. Ahora soy yo la que intento ayudar y animar a los que llegan nuevos, pero, aunque puedas parecer fuerte, la procesión va por dentro. Esto no se lo deseo yo ni a Gallego.