análisis
El líder necesario y ausente
Lluís Miret
DIRECTOR DE LA FUNDACIÓN ÁFRICA DIGNA
Mientras los mercados especulativos acechan al euro tras el rescate de Grecia e Irlanda (de momento) y Obama se recupera del varapalo de las últimas elecciones, mañana empieza en Cancún la 16ª Conferencia de las Partes de la Convención de Cambio Climático (COP16). Se llega a esta reunión tras un sonoro fracaso el año pasado en Copenhague y en un año de duro ajuste económico. La última reunión del G-20 en Seúl en busca de la deseada estabilidad financiera que debía contribuir a la reducción de los riesgos sistémicos (y de las hostilidades entre las divisas, especialmente entre el yuan chino y el dólar norteamericano) solo obtuvo una declaración de intenciones.
Todo ello ha contribuido a que hoy nadie apueste por que se llegue a un acuerdo en la reducción de emisiones necesarias, estimadas para los países industrializados en un objetivo para el 2020 de entre un 25% y un 40% de los niveles de 1990. Las expectativas de acuerdo en Cancún son muy bajas y parece que los negociadores trabajan ya para la próxima cita, en Durban a finales del 2011, momento que los expertos han marcado como crítico para la mitigación de los efectos en el clima.
En este ambiente, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, presenta un informe con propuestas para financiar los 70.000 millones de euros anuales a partir del 2020 necesarios para luchar contra el cambio climático. La creación de una tasa sobre las transacciones financieras es el más prometedor, cuenta con la facilidad técnica consensuada por el FMI y la Comisión Europea en el mes de abril y ya obtuvo el apoyo de Sarkozy y Zapatero en la misma sede de las Naciones Unidas. Pero este no es el foro donde tomar una decisión de este calado. Estamos hipotecando el medio ambiente, con el peligro de los elevados intereses que esto nos exigirá en el futuro.
Los costes
Además, la crisis climática va de la mano de las otras crisis, el coste de la generación de energía influye en la competitividad de los bienes y servicios y, consecuentemente, en la capacidad de desarrollo de las sociedades. Por ello desde hace tiempo algunos países apuestan por el modelo nuclear en la generación de una energía de coste relativamente bajo y por su falta de emisión de gases de efecto invernadero. Pero este modelo encierra el peligro de la paz y la seguridad. Mientras tanto, China podría tener en 20 años 104 reactores nucleares, el mismo número que hoy tiene Estados Unidos; quizá entonces nos preocuparemos de cómo pagamos la gestión de los residuos en la factura de la luz.
El cambio climático es un problema global que no entiende de soluciones estatales o regionales, es el gran ejemplo de la necesidad de un multilateralismo fuerte y con capacidad de tomar decisiones de obligado cumplimiento para todas las partes. La prioridad hoy sigue siendo el dinero a corto plazo, pero lo de coge el dinero y corre no sirve en un planeta que descubre sus límites. Falta un líder que sitúe a las personas en el centro del debate.
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