Liberado un joven encerrado y maltratado durante dos años por su padre

Fachada de la casa donde el presunto agresor tuvo retenido a su hijo durante dos años, en Rivas Vaciamadrid (Marid)

Fachada de la casa donde el presunto agresor tuvo retenido a su hijo durante dos años, en Rivas Vaciamadrid (Marid) / periodico

Olga Pereda

Olga Pereda

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La familia García vive, pared con pared, con el hombre que, presuntamente, ha mantenido encerrado en su casa durante dos años a su hijo, de 19 años. El pasado jueves escucharon cómo al grito de ¡al suelo! la policía entró en la vivienda. Detuvieron al padre y liberaron al joven, que estaba "desorientado, deshidratado, malnutrido y con evidentes signos de maltrato". Según la versión oficial, fue él mismo el que envió un email a los servicios de familia de la Policía Nacional contándoles su calvario. Dos días más tarde del arresto, los García vieron cómo el progenitor, liberado por el juez, entraba de nuevo en la vivienda, ubicada en una tranquila urbanización de clase media en Rivas Vaciamadrid (Madrid), cuyos vecinos, incluidos los García, llevan más de 20 años denunciándole por ruidos y suciedad. La convivencia vecinal era una pesadilla. Y la convivencia familiar, un infierno.

"Llevamos 20 años pared con pared y apenas le he visto salir a la calle. Es un tipo muy raro", afirma Luis, de 26 años, sobre su vecino, un hombre de origen hindú y de mediana edad sin oficio conocido, casado y padre de tres hijos (dos chicas y un chico). "Hace tres años los servicios sociales vinieron a la casa y se llevaron a la mujer y a las dos chicas. El chaval, al parecer, se quedó por voluntad propia junto a su padre", continúa. "Nunca hemos oído gritos del chaval. De lo que sí hemos sido testigos, lo llevamos siendo toda la vida, es de los brutales ruidos que hace el padre. Va por rachas y ha habido épocas muy duras. Da golpes en la pared a cualquier hora o pone música a todo volumen. En 20 años le hemos debido denunciar unas 20 veces. Cuando nos hemos dirigido a él siempre nos ha reprochado que éramos unos racistas, pero no es así. Rivas Vaciamadrid es un pueblo multicultural, pero de lo que estamos hablando aquí es de la conviviencia. Tú no puedes convivir con una persona que acumula decenas de bolsas de basura en la calle. Hasta hemos tenido problemas de ratas. El hombre, a veces, se asomaba a una de sus ventanas y echaba cualquier mierda a la parcela", se queja.

PARCELA INUNDAD DE BASURA

La casa del agresor es exactamente igual que la de los García. Un chalet de tres plantas con 400 metros de parcela. Los García tienen su jardín impoluto. El de su vecino, mientras, está inundado por la basura. "En verano todos hacemos barbacoas. El día que salte una chispa a su terreno toda la urbanización arde", se queja Luis.

Una vez puesto en libertad, el agresor permanece en la casa, cerrada a cal y canto y con las persianas echadas. El juez no tenía claro que el encierro sufrido por el hijo sea un delito de deteción ilegal y, por eso, permitió que saliera del calabozo. Los agentes policiales advierten a los periodistas que ni si quiera intenten hablar con él dado que sufre un severo trastorno mental. "Se quejaba de que intentamos envenenar el agua o de que le persigue la mafia rusa. Todo mentira. Es un tipo raro. Nunca han hecho vida normal. No sabría decir qué cara tiene su mujer, por ejemplo. Nunca la he visto embarazada, por ejemplo, y eso que tiene tres hijos", relata Luis.

LA MUJER LE DENUNCIÓ

Fuentes policiales aseguraron que fue, precisamente, la mujer la que huyó hace años del domicilio conyugal y denunció su situación en comisaría. Acto seguido, la policía sacó de la casa a las hijas. Según esas mismas fuentes, el hijo, hastiado de los malos tratos y el encierro que sufría a manos de su padre en los dos últimos años, envió un email a atencionfamiliaymujer@policia.es alertando sobre su situación. El joven facilitó el teléfono de su hermana, que contó a los agentes la tremenda situación que se vivía en su casa. "No sé cómo el chaval tenía internet. Porque en esa casa no hay ni gas, lo tienen cortado", comenta Luis.

Cuando los agentes entraron en el chalet, el pasado jueves, hallaron al hijo en deplorables condiciones. Estaba extremadamente delgado y con aspecto de haber sufrido tanto maltrato físico como psicológico. Según su declaración, su padre le propinaba fuertes palizas a diario. Además, apenas le daba comida, le limitaba el acceso al agua y le obligaba a permanecer la mayor parte del día en la misma habitación. La vivienda es un puro caos. Todo el suelo está inundado por bolsas de basura, objetos inútiles y muebles destrozados. El hombre, ahí sigue. Y sus vecinos tienen miedo.