Del futbolín al Palau Sant Jordi

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VÍCTOR VARGAS LLAMAS / BARCELONA

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Poco queda de los tiempos en los que la chavalería se refugiaba del incordio paterno en los futbolines del barrio, fumando a hurtadillas y exprimiendo el exiguo presupuesto en máquinas recreativas 'pinballs'. El tedio se rompía cuando alguien lograba partida gratis, congregando a cuatro curiosos, la claca improvisada sin una alternativa mejor ni monedas en el bolsillo con las que aspirar a ser el nuevo protagonista del antro.

Tanto ha cambiado el cuento que hoy los virtuosos del juego despliegan sus dotes ante centenares de miles de internautas y son suficiente reclamo como para abrir las puertas de todo un Palau Sant Jordi, acumulando ingresos mareantes y despertando admiración por doquier. Ahora también se puede ser alguien de provecho dándole al teclado y crujiendo monstruos en mundos virtuales del 'League of legends' (LOL), el juego que engancha a los jóvenes, acapara la atención de los negocios y desnuda de argumentos los recelos parternos. 

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"Aún hay adultos que no asimilan que te puedes ganar la vida jugando al LOL o siendo 'youtuber'; deberían venir aquí y cambiar el chip", explica Pepe Domper en la jornada inaugural del 'All Star' de este juego que acoge Barcelona desde el pasado jueves. Si lo hicieran, encontrarían un espectáculo difícilmente clasificable, con una puesta en escena que mezcla llamaradas y escenografía propia de la Superbowl, grupo musical y orquesta de cámara en vivo, 'speaker' y comentaristas que analizan el desarrollo del juego y desfile de jugadores como si fueran boxeadores.

OTRA VIDA

Todo eso y mucho más viene a buscar Adrià García, entregado a un divertimento que le ha cambiado la existencia. "He tenido una adolescencia complicada y este juego me ha ayudado a superar una mala época. Con permiso de mi novia, se ha convertido en mi nuevo estilo de vida: prefiero jugar una partida que ir a echar unas birras con los colegas", dice este joven  de 19 años.

Justo tomando una cerveza aguardan Carlos Calleja y Christian Montoya el momento para acceder a las gradas y sumergirse en un mundo de guerreros, magos y monstruos. "¡Venimos a destrozar la media de edad!", suelta Montoya, de 36 años, ante la risa de Calleja (29). Vienen seducidos por el potencial de un juego que aúna "estrategia, rol y adrenalina" en un formato MOBA (siglas en inglés para campo de batalla en línea para diversos jugadores). "Engancha un montón; si me pilla con 15 años, acabo víctima del fracaso escolar", bromea Calleja.

EL RETO

Una vez entendido el reclamo, cabe preguntarse ¿cuándo llegan los 'goles'? ¿Qué filigrana precipitará una ola en las gradas del Sant Jordi? El objetivo del juego es "destruir el Nexo del rival", una estructura con forma de diamante protegida como oro en paño por cada equipo, aclara Judit Dolcet, que a sus 16 años no ha encontrado amigas que le quisieran acompañar. El campo de batalla virtual muestra un Nexo en cada extremo, custodiados por 11 torres y separados por tres canales. Completan el espacio dos junglas en las que moran monstruos de diferente potencial.

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Los conjuntos suelen estar formados por 5 componentes, conocidos como Invocadores. Cada jugador invoca a un Campeón, un personaje de estética fantástica que será su representación en la batalla y que dispone de un perfil diferenciado en el que destaca por cualidades como daño de ataque, velocidad y armadura. Los campeones responden a nombres tan evocadores como Varus, la flecha del castigo, o Syndra, la soberana oscura. 

FERVOR

En las pantallas gigantes se suceden destellos, ráfagas y estelas multicolores al paso de los campeones por La grieta del invocador, el escenario de la batalla inaugural entre Europa y Norteramérica, despertando el entusiasmo de la multitud. Masa heterogénea que deja muy claro que la imagen del jugador, hombre, 'freak' y entrado en carnes es "un estigma del pasado", explica Anna Barbero. Fervor popular cuando la pantalla enfoca a xPeke, un murciano de 24 años ídolo local y que ya puede vacilar de perfil en Wikipedia.

Y aunque el español no puede evitar la derrota de Europa, eso no rebaja la "admiración" de Adrián Gahete, que a sus 14 años ha convencido a su padre para tomar un avión desde Palma de Mallorca. Otro Adrián, este de Barcelona, asiste junto a su hermano Gonzalo y el padre de ambos, José María Sánchez, que lamenta que le hagan pagar entrada por ser un mero acompañante. Pero acaba resignándose, convencido de que esto de los videojuegos es imparable y ya nada tiene que ver con la época de los billares: "Se acabó el reinado del fútbol: esta es la diversión favorita de las nuevas generaciones".