Las Terres de l'Ebre claman por el cierre definitivo del almacén Castor

Manifestantes con pitos y pancartas durante la movilización.

Manifestantes con pitos y pancartas durante la movilización.

SÍLVIA BERBÍS / Alcanar

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«Siempre tiene que pasar algo grave para que escuchen al pueblo. Esta zona sufre una sobrecarga de proyectos nocivos y pedimos que nos tengan en cuenta», afirmaba ayer Estefanía Matamoros, vecina de Alcanar (Montsià). Junto a ella, miles de manifestantes -6.000 según la Plafatorma Ciutadana en Defensa de les Terres del Sénia, 2.600 según la policía local- desfilaron por el paseo marítimo de Les Cases d'Alcanar para reclamar el desmantelamiento del proyecto Castor, causante de los movimientos sísmicos que desde hace un mes registra la zona. Trece años después de la protesta contra la planta de Enron, el macrovertedero de Tivissa y el trasvase del Ebro, la oposición al almacén de gas abre una nueva lucha social en las Terres de l'Ebre.

No ho volem fue el lema que ayer abrió la manifestación en Les Cases, que reunió a vecinos de Alcanar, Sant Carles de la Ràpita, Ulldecona y de municipios del Maestrat como Vinaròs, donde se ubica la planta terrestre del Castor. «Manifestamos la preocupación y alarma de los ciudadanos y exigimos el cierre definitivo y el desmantelamiento final de esta instalación industrial», proclamó Manolita Sancho, encargada de leer el manifiesto de la plataforma de las Terres del Sénia.

ANGUSTIA / La entidad reclamó a la empresa promotora del proyecto, Escal UGS, «los datos necesarios para que se pueda poner fin a la actividad sísmica o evitar el aumento de la intensidad de este cataclismo provocado por la presión del gas introducido». «La angustia que sufrimos en este territorio y el peligro que corremos piden una respuesta urgente y rápida de las administraciones», añadieron los portavoces de la plataforma.

También acudieron a la protesta  representantes de formaciones como CiU, ERC, ICV y el PSC. El alcalde de Alcanar, Alfons Montserrat (ERC), recordó que «los temores expresados hace seis años contra este proyecto ahora se han hecho patentes». Montserrat anunció que «se exigirá el desmantelamiento por tantas vías como sea posible, entre ellas mociones en los ayuntamientos».

El alcalde apuntó «posibles fraudes de ley» o, como mínimo, laxitud en la tramitación del proyecto. «La tubería que une la plataforma marina y la planta terrestre no tiene estudio de impacto ambiental, se usaron argucias para eludir la legalidad, no se hicieron todos los informes necesarios...», dijo, antes de anunciar que «los servicios jurídicos municipales analizarán si hay alguna medida legal que se pueda tomar».

Mientras, la Plataforma en Defensa de les Terres del Sénia volverá a denunciar en la Comisión Europea «el fraccionamento del proyecto y que no tiene un estudio sísmico previo», explicó la portavoz Cristina Reverter. Asimismo, tiene previsto solicitar al Banco Europeo de Inversiones que no lo siga financiando.

LLUEVE SOBRE MOJADO / La sensación general expresada por muchos de los presentes era que, de nuevo, las Terres de l'Ebre son las perjudicadas por otro proyecto indeseable. Así lo remarcó  Manolo Tomàs, portavoz de la Plataforma en Defensa de l'Ebre, entidad que expresó su apoyo a la manifestación con la asistencia de algunos de sus representantes. «Como en el año 2000, se están concentrando en este territorio proyectos que alimentan una gran conflictividad, se está creando una olla a presión y de nuevo las Terres de l'Ebre estarán en el punto de mira, porque se están sentando las bases que provocarán un importante conflicto social en los próximos meses», señaló Tomàs en alusión también al Plan Hidrológico de la Cuenca del Ebro, cuya aprobación definitiva se prevé que se produzca en las próximas semanas.

Quién más quién menos, todos los manifestantes habían sentido en primera persona alguno de los más de 400 microseísmos registrados desde el 8 de septiembre. María José Segarra aseguraba ayer haber temblado con los cinco más potentes. «Sufro una gran angustia. Es una sensación muy extraña. Los muebles se mueven, la cama, las sillas... Ya no logro conciliar el sueño», lamentaba. «Si lo pueden cerrar hoy, por mí mejor que mañana, porque este almacén perjudica a la gente, al entorno, a nuestros productos agrícolas, como la clementina, y al nombre de Alcanar en general», se quejaba José Garriga.