Las grandes universidades catalanas piden 300 millones más para evitar su fosilización
Puertas apuntaladas por peligro de caída en alguna facultad, ordenadores que retrasan el inicio de las clases porque, de tan viejos, tardan rato en ponerse en marcha o libros recomendados por un profesor que no se encuentran luego en la biblioteca univesitaria, que no tiene presupuesto para comprarlos. Los problemas de financiación de las grandes universidades públicas catalanas están empezando ya a notarlos los alumnos. "Tenemos infraestructuras, edificios y laboratorios completamente obsoletos", denuncia Margarita Arboix, rectora de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). En su caso, agrega, el presupuesto que la Generalitat aportaba para mantenimiento de instalaciones "ha pasado de los entre 20 y 22 millones de euros de los cursos 2010 y 2011 al millón y medio de este año". "No nos da ni para pasar una mano de pintura", agrega Joan Elias, rector de la Universitat de Barcelona (UB).
Los máximos responsables de las tres grandes universidades catalanas, la de Barcelona, la Autònoma y la Politècnica (UPC), han comparecido públicamente este lunes para lanzar un mensaje de alerta a la sociedad: si no mejoran su financiación, si la Administración no les aumenta la subvención, corren el riesgo de acabar fosilizándose. "Lo que pedimos es que se nos garanticen unos ingresos básicos, lo necesario para pagar las nóminas de los trabajadores, para invertir en el mantenimiento de las infraestructuras y para seguir investigando y promoviendo la transferencia tecnológica", ha indicado Enric Fossas, rector de la UPC. Solo así, han afirmado los tres, se podrá garantizar la excelencia que actualmente tiene la universidad catalana.
PROMESA DE ANTES DE LA CRISIS
En estos momentos, con la partida económica que les destina la Generalitat, a ninguna de las tres universidades le alcanza para cubrir los salarios de los trabajadores. Han de recurrir a otros ingresos, "lo que supone usar un dinero que se invertiría en otros objetivos". En cifras redondas, ha proseguido Fossas, "la situación se solucionaría con que el Parlament destinara a la financiación universitaria un presupuesto de 1.000 millones de euros", un 30% más de lo que están recibiendo ahora. Los rectores han mostrado su decepción porque un año más (y ya van seis) los presupuestos de la Generalitat no hayan recogido sus demandas.
"Entendemos que en años pasados las administraciones tuvieran otras prioridades, que se ajustaran los presupuestos, pero no comprendemos que ahora, cuando en otras regiones se está recuperando la inversión, aquí no haya sido así", ha argumentado Elias tras lamentar que los presupuestos de la Generalitat para el 2017 mantienen prácticamente congelada la partida para la financiación univesitaria. "Nuestros ingresos han bajado, desde el 2011, entre un 20% y un 25%", ha ilustrado Arboix.
Los mil millones que reclaman los rectores equivalen al importe que la Generalitat había fijado para subvencionar a las universidades en el 2010, pero que nunca se logró alcanzar por culpa de la crisis. Llegaron a algo más de 900 millones justo antes de que empezaran los recortes. "Mientras universidades como la de Copenhague sí reciben esos mil millones, con 40.000 estudiantes; la de Barcelona cuenta con solo 400 millones para sus 65.000 matriculados", ha apostillado Elias.
PLANTILLAS ENVEJECIDAS
Pero lo que más preocupa a los rectores es, pese a todo, el envejecimiento que sufren las plantillas de profesores y de personal de administración y servicios. "El 66% de los docentes e investigadores de nuestras universidades tienen ya entre 45 y 65 años y un 36%, es decir más de un tercio, son mayores de 55", ha afirmado la rectora Arboix. "Hemos tocado hueso", ha agregado Elias, que ha recordado que en la UB la media de edad del profesorado titular es de 58 años. "Con unas estadísticas como estas estamos hundiendo las universidades, hipotecando su futuro, ya que en los próximos años va a haber una avalancha de jubilaciones", ha concluido Arboix.
"Y lo que es peor -ha añadido la rectora de la UAB- es que como las perspectivas para los jóvenes que estos años hacían doctorados o se quedaban a investigar en la universidad eran tan pesimistas, muchos de ellos han sido captados por centros extranjeros y se han ido". El relevo generacional, han coincidido los tres rectores, "no se puede realizar de una día para otro, esto se tendría que haber previsto con cierta antelación". Desde el 2012 y hasta el pasado 2016, las universidades solo podían contratar a uno de cada diez profesores que se jubilaban, ya que el Ministerio de Economía impuso, entre otras medidas de ajuste, una tasa de reposición de solo el 10%.
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