EL PEOR SEÍSMO DEL ÚLTIMO MEDIO SIGLO EN ESPAÑA

El 56% de las casas revisadas en Lorca no son habitables

EDWIN Winkels

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Una extraña ciudad fantasma despertó ayer del peor terremoto del último medio siglo en España. Los 92.000 habitantes de Lorca, casco antiguo monumental, barrios de obreros e inmigrantes y periferia agrícola, parecían desaparecidos. En calles sembradas de escombros, donde el 80% de los 20.000 edificios sufrieron algún daño visible, sobre todo grietas y desprendimientos de fachadas, el tránsito era casi nulo, tanto de coches como de personas. De los casi 550 inmuebles inspeccionados ayer, el 56% no son habitables hasta que sean reparados o asegurados.

Prácticamente ningún comercio abrió, como tampoco los colegios e institutos, y detrás de ninguna ventana se apreciaba alguna señal de vida, mientras solo aullaban las sirenas de ambulancias y camiones de bomberos. Y la poca gente que deambulaba por las calles parecía no hacer nada, llevaba la mirada perdida, la cara compungida por el estupor de un doble terremoto que acabó con la vida de nueve personas -todas de nacionalidad española, entre ellas un chico de 14 años y dos mujeres embarazadas- y causó heridas a otras 324, dos de las cuales se encontraban ayer en estado grave. Algunas de ellas habían sido rescatadas de debajo de los escombros de edificios semiderruidos.

Esta mañana, los Príncipes presidirán el funeral en el que el pueblo llorará a sus nueve muertos. Ayer, el rey Juan Carlos expresó su pésame y los grandes partidos suspendieron sus actos electorales. El Ayuntamiento de Lorca ha decretado tres días de luto. El Gobierno admite que la normalidad tardará en regresar. El vicepresidente primero y ministro de Interior, Alfredo Pérez-Rubalcaba, y la titular de Defensa, Carme Chacón, visitaron Lorca antes de que por la tarde se reunieran con el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, en el gabinete de crisis para abordar la situación de emergencia.

DECRETO DE AYUDAS / El Consejo de Ministros aprobará hoy un decreto ley con un «ambicioso plan global», en palabras de Zapatero, para ayudar a los damnificados y comenzar cuanto antes la reparación y reconstrucción de los edificios. Rubalcaba añadió que las primeras ayudas estarán dirigidas a las familias de las víctimas, a los habitantes de las viviendas más dañadas y al pequeño comercio. Según se comprueba en las calles de Lorca, los daños han sido mayores en las plantas bajas y los dos primeros pisos.

La mayor actividad en Lorca se registraba en los recién levantados campamentos para los afectados. Primero, para dar cobijo a parte de las 30.000 personas que no se atrevieron o sencillamente no pudieron pasar la noche del miércoles al jueves en sus casas. Una noche a la intemperie, para muchos, sin comida ni mantas en las primeras horas, ya que el terremoto pilló a los servicios de emergencia ya casi de noche. A partir de ahora, los cientos de tiendas de campaña alojarán a unos 3.000 afectados, muchos de ellos habitantes de los edificios que han sufrido daños estructurales graves y donde, de momento, no pueden entrar, a la espera de una valoración más exacta de su estado.

INSPECCIONES TÉCNICAS / Unos 150 técnicos realizaron ayer inspecciones en 542 de los edificios afectados. Tras la revisión, marcaban con pegatinas y pintadas de colores las fincas: el rojo prohibía la entrada por posibles daños estructurales, que es el caso del 17% de las construcciones inspeccionadas; el amarillo (39%) indicaba que solo se podía entrar para recoger enseres personales y salir de inmediato; el verde (44%) señalaba que los vecinos podían regresar definitivamente a casa, aunque mucha gente aún se resistía a hacerlo por temor a posibles réplicas. Aun así, a lo largo de todo el día de ayer la tierra se mantuvo quieta en Murcia, tan quieta como estaban las calles de Lorca.

Lo que reinaba era el estupor de lo ocurrido, de haber vivido algo hasta ahora solo visto en televisión, en lugares lejanos como Haití y Japón. Dominaba era el miedo a más temblores, a la caída de más edificios, a la idea de no volver nunca más a casa. Muchos recordaban los ligeros temblores que siempre han sufrido estas tierras, cerca de la falla entre dos placas continentales, pero nunca habían vivido algo así. Había cierto alivio porque un temblor tan fuerte no había derribado más que un edificio. Pero también extrañeza porque algunos bloques afectados eran nuevos. El único que se desplomó por completo, en La Viña, apenas tenía 10 años de antigüedad.