Las nuevas tecnologías en la escuela

Las aulas del futuro

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ
BARCELONA

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La pizarra es una gran tableta digital, que navega por internet y que permite, con un simple movimiento de las manos, ampliar contenidos, fotografías, textos, simulaciones... Cada pupitre tiene también su propio monitor -otra tableta, pero más sencilla- y está equipado con unos auriculares, que estimulan el aprendizaje de idiomas y que los alumnos usan puntualmente, solo cuando la actividad de la clase lo requiere. Hay taquillas dotadas de cargadores eléctricos para baterías de teléfono móvil y ordenador portátil y, a la entrada, un pequeño dispositivo toma la huella dactilar de cada estudiante, de manera que no hay que pasar lista. Es el aula del futuro, un espacio donde «la tecnología será en efecto un elemento omnipresente», vaticina Pere Marquès, profesor de Tecnología Educativa en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).

De hecho, sentencia Marquès, «la digitalización de las aulas es ya un hecho», entre otras razones, porque en una sociedad en la que la tecnología está en todas partes, «la escuela no puede quedarse al margen y el ordenador e internet son ya herramientas de trabajo escolares habituales», explica el profesor, que lleva más de 20 años investigando sobre la materia. En su opinión, la pizarra digital y la tableta no tardarán mucho tiempo en ser también instrumentos de uso cotidiano en los colegios. Y a continuación, aventura, llamarán a la puerta los smartphones.

Los aproximadamente 3.000 centros públicos de primaria y de secundaria catalanes contaban el pasado enero con un parque informático de 46.700 ordenadores, según datos del programa eduCat 2.0 de la Conselleria d'Ensenyament. Según estas mismas fuentes, a principios de este año había también 2.796 pizarras digitales interactivas (PDI) instaladas en institutos y escuelas.

FALTA MUCHO / Pero aunque «los colegios están integrando las tecnologías de la información y la comunicación, las TIC, a un buen ritmo y de forma muy correcta», asegura Evaristo González, director del instituto Torre del Palau de Terrassa (Vallès Occidental), la realidad dice que solo «el 5% de las aulas que hay en Catalunya están ya digitalizadas», objeta Marquès, que cita datos obtenidos por su equipo de investigación. «En un país con un 30% de fracaso escolar en secundaria, la situación es insuficiente», considera el profesor de la UAB.

Si bien el sector elogia de manera bastante unánime el esfuerzo hecho hasta ahora por Ensenyament y dice comprender que las estrecheces económicas del momento obliguen a ralentizar las inversiones, la impresión es que «se está avanzando demasiado despacio, sobre todo teniendo en cuenta el frenético ritmo de renovación de la tecnología», lamenta Maria Vinuesa, de la Associació de Mestres Rosa Sensat.

Y aún otro problema, de más difícil abordaje: «Cierto es que ya hay pizarras digitales en todas partes, pero no se están usando en todo su potencial, se siguen aplicando, con mucha frecuencia, los mismos procedimientos y los mismos contenidos que antes», opina Vinuesa. ¿La solución? «Formar al profesorado, ayudándole a adaptarse y a renovarse», propone la experta.

DOBLE ESCALA DIGITAL / «Hay que tener en cuenta que esta es una de las mayores revoluciones que ha vivido la escuela en muchos años», justifica Evaristo González, que lleva una década trabajando en temas de digitalización de las aulas. «En los colegios, como en el resto de la sociedad, se está produciendo también una brecha digital clarísima, entre los centros donde el profesorado apuesta por las TIC y los centros donde eso no ocurre», admite.

«Es que hay que formar a más de 100.000 profesores y en estos momentos de pocos recursos económicos la labor es todavía más difícil», alega Àngel Garcia, portavoz de CCOO-Ensenyament. Según este sindicato, «los recortes presupuestarios han reducido en un 10% la partida destinada a cursos formativos, de modo que cada docente solo tiene asignados ocho euros para su formación este año», afirma Garcia. Según datos de la Generalitat, el año pasado 27.000 profesores siguieron cursos de nuevas tecnologías impartidos por Ensenyament. A esos hay que sumar los que ofrecen asociaciones de renovación pedagógica y otras entidades.

CUESTIÓN DE EQUILIBRIO / Con profesores más o menos preparados, más o menos voluntaristas, más o menos sensibilizados, «el futuro en las aulas pasa, de todas maneras, por no perder el equilibrio», recomienda Vinuesa. «Los escolares deben utilizar las nuevas tecnologías entre un 30% y un 40% del tiempo global que pasan en la escuela», aconseja también Marquès. «Está claro que las TIC son solo un instrumento», apostilla Garcia. El resto del tiempo, los alumnos del futuro tendrán que dedicarlo a actividades algo más tradicionales, como expresar su opinión, escuchar las de los demás, pensar y analizar.