El ladrón de la colada ataca de nuevo

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GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA

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El ladrón de la colada ha asaltado ya 35 lavanderías. A mediados de mayo, entró en la cárcel cuando había robado en 22 establecimientos. Pero salió de la prisión una semana después. Y desde que ha recuperado la libertad ha dado 13 golpes más. No ha cambiado nada, sigue obsesionado con las franquicias de una compañía en concreto, para desesperación de sus propietarios. Se ha especializado en atracar locales de esta empresa.

El 22 de mayo atacó una lavandería de Mollet del Vallès, a la que regresó dos días después, el día 24, para robar en ella de nuevo. Entre ambos golpes se pasó por un establecimiento de Premià de Mar, el día 23. Después se calmó hasta el 31 de mayo, cuando asaltó un local de Santa Coloma de Gramenet.

El 3 de junio asestó dos nuevos golpes, en Badalona y en Barcelona. A partir de entonces, todos los asaltos han sido en la capital catalana: el 5 de junio, el 10 de junio y el 11 de junio; este día estaba especialmente activo y robó en tres lavanderías. Arriesgó en exceso porque los Mossos d’Esquadra lo arrestaron in fraganti mientras cometía el tercer ataque. Salió en libertad al día siguiente. Y ese mismo día atacó dos establecimientos más, también en Barcelona.

Los investigadores de la policía catalana, a pesar de que no tiene un domicilio conocido, lo han detenido en tres ocasiones, pero tras estos arrestos ha quedado siempre en libertad por decisión judicial. Los Mossos tratan ahora de capturarlo por cuarta vez.

¿QUIÉN ES EL LADRÓN DE LA COLADA?

Se trata de un joven de 26 años, con antecedentes penales, que fue detenido por primera vez a comienzos del mes de mayo. Entonces los investigadores solo sabían que era responsable de dos asaltos. Tras pasar a disposición judicial, quedó en libertad con cargos por estos dos delitos. 

Dos semanas más tarde, los investigadores lo arrestaron nuevamente. En esta ocasión, cuando declaró delante del juez, la policía ya sabía que se trataba de un ladrón multirreincidente y aportó indicios sólidos que lo relacionaban con 22 asaltos. La catarata de pruebas, entre las que se encontraban grabaciones en las que aparecía en acción, forzaron su ingreso preventivo en prisión. Duró poco. Cuatro días después, salió de nuevo a la calle. Y siguió robando lavanderías. 

MODUS OPERANDI

El ladrón de la colada actúa siempre al final del día. A esa hora la máquina de autoservicio acumula el dinero de todos los clientes que han acudido al local para lavar su ropa a lo largo de la jornada. En estos establecimientos no hay ningún empleado al cargo mientras están abiertos al público. La vigilancia de estos locales es únicamente a través de cámaras de seguridad y de alarmas.

Hasta las lavanderías se acerca siempre con una moto. Entra en el local sin sacarse el casco. Y roba. Se conoce el procedimiento de memoria. Se lía a patadas contra la pared de pladur (una placa de yeso cubierta de celulosa) que rodea la máquina de autoservicio. La golpea hasta que crea en el débil tabique un espacio lo bastante grande para introducir por allí su cuerpo y acceder a la parte trasera del cajero, donde está el dispensador. Fuerza la caja del dinero y se lleva un botín que acostumbra a oscilar entre los 200 y los 500 euros.

Como en estos establecimientos no hay trabajadores los delitos que comete el ladrón de la colada no pueden considerarse robos con violencia e intimidación, sino robos con fuerza que en el Código Penal se castigan más levemente que los que atentan directamente contra las personas.