DEBATE EN BÉLGICA SOBRE EL DERECHO A LA MUERTE ASISTIDA

Eutanasia en la prisión

La justicia belga autoriza a un violador y asesino recibir una inyección letal por su sufrimiento psicológico Van Den Bleeken, víctima de abusos en su infancia, se considera un peligro social

PRESO Y VÍCTIMA 8 El asesino y violador Frank Van Den Bleeken (arriba) y su víctima, Christiane Remacle, cuando tenía 19 años, sobre estas líneas.

PRESO Y VÍCTIMA 8 El asesino y violador Frank Van Den Bleeken (arriba) y su víctima, Christiane Remacle, cuando tenía 19 años, sobre estas líneas.

MONTSE MARTÍNEZ // BRUSELAS

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Se describe a sí mismo como un "peligro para la sociedad". Frank Van Den Bleeken, de 52 años, lleva camino de convertirse, si no lo ha hecho ya, en uno de los presos más conocidos de Bélgica. Es un violador y un asesino y, tal y como demostró la única vez que tuvo ocasión al acariciar la libertad unos días, un agresor sexual reincidente. Un tribunal de Bruselas le acaba de conceder la petición por la que ha estado pleiteando desde hace tres años. Se le aplicará la eutanasia porque, ante la falta de perspectiva de rehabilitación, su "sufrimiento psicológico" -asegura- se le hace "insoportable". Está condenado a cadena perpetua, lo que se traduce en 30 años de prisión.

Belgica, junto con Holanda, es uno de los países pioneros en la legalización de la eutanasia. Desde hace 12 años, los ciudadanos belgas pueden solicitar el derecho a una muerte digna previamente autorizada por una comisión de control gubernamental. Sin embargo, este preso ha puesto sobre la mesa un supuesto hasta ahora inexplorado -el sufrimiento psicológico- que está haciendo correr ríos de tinta.

Las autoridades, juristas y expertos de toda índole diseccionan la razones teóricas. La familia de Christiane Remacle, la víctima, una chica de 19 años violada y estrangulada con sus propias medias cuando regresaba de la fiesta de Fin de Año de 1989, aportan el sentimiento. ¿Es lícito autorizar la eutanasia cuando, lejos de ser físico, el padecimiento irreversible es psicológico y además lo padece un violador y asesino?

Todos los ingredientes para un debate de primera magnitud que ha concluido reconociendo los argumentos del recluso, tras conseguir los informes pertinentes de tres médicos diferentes.

La semana que viene se espera un nuevo pronunciamiento de la justicia belga para establecer los detalles del dónde y cuándo morirá el primer preso belga al que se le aplica la eutanasia por sufrimiento psicológico.

Será en un hospital. El recluso dispondrá de 48 horas para despedirse, si lo desea, de los suyos y, posteriormente, un médico le aplicará una inyección letal.

Procendente de una familia trabajadora y numerosa de Amberes, Van Den Bleeken vivió desde muy corta edad el ingreso en centros de acogida ante la imposibilidad de sus padres de hacerse cargo de toda la prole. La primera vez, a los seis años, cuando ya empezó a sufrir abusos sexuales hasta ser violado a los 15. El agresor agredido en su infancia, un caso de libro, ingresó por primera vez en prisión a los 21 años condenado por abusos.

"Soy un ser humano"

"Soy un ser humano y, con independencia de lo que hice, sigo siendo un ser humano", argumentaba recientemente el recluso en un documental emitido por una cadena de televisión belga para añadir: "¿Qué se supone que tengo que hacer, pudrirme aquí? Prefiero la eutanasia". "Si alguien comete un crimen sexual, ayúdenle a enfrentarse a esa situación porque mirando a otro lado no se ayuda a nadie, ni a la persona, ni a la sociedad, ni a las víctimas", añadía Van Den Bleeken, considerado por los psicólogos que le han atendido como un hombre inteligente capaz de expresar con exactitud sus argumentos. Uno de los debates generados en el país por este caso es hasta qué punto los centros penitenciarios están preparados para atender a delincuentes sexuales para guiarles hacia el último objetivo, que no es otro que la rehabilitación. De hecho, según Van Der Velpen, abogado del preso, el Gobierno belga desestimó el traslado de Van Den Bleeken a un centro especializado de Holanda por el riesgo de dejar en evidencia la incapacidad del propio sistema belga. Los principales argumentos del letrado pasan por insistir en que su cliente nunca podrá controlar sus impulsos sexuales enfermizos y, por lo tanto, jamás podrá ser libre.

La familia de la joven violada y asesinada intenta asimilar, atónica, la decisión judicial. "Durante años, ninguna comisión ha venido a preguntarnos a nosotros cómo estamos", se lamentaba Ani, una de las hermanas de la víctima en un periódico belga para, indignada, añadir: "Claro que debe pudrirse en esa celda". "¿Qué pasa con nuestro sufrimiento?", deja en el aire.