Gente corriente

Josep Ramon Gómez: "Tras ver aquel paisaje no pude dormir en varios días"

Aparejador arrepentido. Hace 50 años ayudó a urbanizar una zona virgen del Empordà. Aún le pesa.

«Tras ver aquel paisaje no pude dormir en varios días»_MEDIA_1

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GEMMA TRAMULLAS

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Esta es una historia con vistas; con dos vistas, para ser más exactos. La que Josep y su pareja, Pilar, disfrutan desde la terraza de su piso del Poble Sec y que ha sido el paisaje de su vida: una espectacular panorámica del puerto y de Montjuïc, con el campanario de Santa Madrona en primer plano y rodeado de terrados. Y una segunda vista que, hace 50 años, dejó una huella permanente en la vida de Josep.

-Esto sería a finales de los años 60. Yo era aparejador y había montado un estudio con un arquitecto. Entonces empezaba el boom de las segundas residencias y nos pedían chalets con tejados de pizarra al lado del mar, una barbaridad. Pero un día nos entró un encargo diferente.

-¿Por qué era diferente?

-Una familia culta y acomodada de Barcelona tenía un terreno en Port de la Selva y quería hacerse una casa siguiendo la arquitectura tradicional de la zona: paredes blancas, teja árabe, vigas de madera...

-Suena mejor que la pizarra junto al mar.

-Sí, pero... Yo no había estado nunca en el Empordà. En aquella época aún era una zona muy cerrada y virgen y lo que vi me impactó. El terreno eran unos viñedos que se extendían hasta el mar y desde los que se podía ver Sant Pere de Rodes. La única construcción era una barraca y todo lo demás era naturaleza. Jamás había visto algo tan maravilloso. Después de ver aquel paisaje no pude dormir en varios días.

-¿Por qué?

-Hacer una casa allí, aunque fuera respetando al máximo el entorno, era una agresión y no tenía claro si debía hacerlo. No hace falta ser ecologista para darse cuenta de lo que tu trabajo puede llegar a destrozar.

-Al final la construyeron.

-Sí, porque si no la hubiera hecho otro. Pero después de aquella casa se levantó otra y después otra y otra. Hace un año volví por primera vez al mismo lugar y no lo reconocía. Sigue siendo bonito, porque está en una situación privilegiada, pero ahora está todo urbanizado. Al menos, la casa que hicimos nosotros tiene cierta gracia.

-El negocio de las segundas residencias iba viento en popa pero poco después usted dejó la construcción para siempre.

-Era un trabajo que me generaba una contradicción permanente, así que lo dejé y en 1974 montamos un estudio de diseño gráfico con Pilar Villuendas, Gráfica Popular. Eran años trepidantes y todo estaba por hacer. En lugar de dedicarnos a destrozar el territorio podíamos contribuir a una mejora social dando a conocer bibliotecas, museos, fiestas populares...

-¿Para quién trabajaban?

-Para la asociación de vecinos del Poble Sec, el PSUC [Partit Socialista Unificat de Catalunya], Comisiones Obreras... Hasta que no empezamos a trabajar de forma más profesional para la Administración hicimos muchas cosas gratis. Pero lo hacíamos muy a gusto, porque nos lo creíamos. Nosotros nunca hemos hecho publicidad, lo nuestro es el diseño social.

-¿Ustedes hicieron el logo del PSUC?

-Lo hizo Pilar y es el primer logo moderno de un partido.

-Así que el logo del PSUC lo hizo una madrileña afincada en Barcelona...

-Pues sí, y el de Comisiones Obreras también lo hizo ella. Eran ideas muy ilusionantes pero también difíciles, como los carteles de la Mercè de 1978. Aquellas fiestas siempre habían sido de misa y el ayuntamiento predemocrático de Socías Humbert nos encargó darle una imagen más transgresora.

-Ahora que Barcelona en Comú gobernará el ayuntamiento, ¿les harían una nueva campaña gráfica?

-¡Claro que sí! ¡Para ellos estaríamos dispuestos a trabajar gratis!