Gente corriente

José Luis Montoya:«Que yo esté al otro lado de la red demuestra que es posible»

«Que yo esté al otro lado de la red demuestra que es posible»_MEDIA_1

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MAURICIO BERNAL

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No fue una infancia sencilla: cuando el niño tenía 3 años le detectaron un tumor en la médula, y después de la operación quedó confinado a una silla de ruedas. Además, le tocó en suerte una familia desestructurada, y en consecuencia la mayor parte de su niñez la pasó en residencias, lo que antes llamaban orfanatos; nunca volvió a ver a sus padres. «No quiero mirar atrás», dice, pero sin drama. Así fueron las cosas, y punto. Para qué lamentarse. Un día, una raqueta le señaló el camino. Ahora José Luis Montoya pasa buena parte del tiempo en el club municipal de Tennis Vall d'Hebron, donde está la sede de la Federació Catalana de Tennis. Allí es profesor de la sección de tenis adaptado.

Es el único profesor de tenis en silla en activo en Catalunya. Da clase a otros discapacitados.

-Cuénteme, ¿en qué momento entró el tenis en su vida?A los 13, 14 años… En un campus de verano al que nos llevaron en Terrassa. Había tenis y yo lo probé. El curso lo impartía un monitor que iba en silla de ruedas, Zacarías.

-Supongo que eso influyó.Digamos que me inspiró a probar con el tenis. Yo siempre había estado relacionado con el deporte, siempre me ha gustado. Había hecho natación y baloncesto, por ejemplo. En natación incluso había llegado a competir a nivel internacional.

-¿Son muy distintas, las normas del tenis adaptado?La única diferencia es que en el tenis en silla la pelota puede botar dos veces. Del resto, todo es igual.

-¿Hace cuánto que es entrenador?Soy técnico de la Federació Catalana de Tennis desde hace tres años. Como tengo el título de monitor nacional de tenis, en teoría puedo entrenar a cualquier persona, a gente a pie, también, pero no me he puesto… Creo que hay muchas personas en silla de ruedas que quieren jugar al tenis y a las que hay que enseñar. Creo que hay que crear escuela con técnicos que conozcan el tenis en silla.

-¿Hay muchos entrenadores en silla de ruedas, como usted?Ahora mismo soy el único que está ejerciendo como profesor. Hay otros que tienen el título, pero están dedicados a jugar.

-¿Es mejor que a una persona en silla de ruedas le enseñe otra en silla de ruedas?Es mejor, sobre todo en el periodo de iniciación. Imagínese que viene a jugar una persona que hace un año tuvo un accidente y quedó en silla de ruedas. Lo normal es que venga con dudas, y que yo esté al otro lado de la red le demuestra que es posible.

-¿Hay muchos casos así?Bueno, hay un profesor de este club que suele ir al Institut Guttmann a dar clases, y de paso a hacer promoción de la escuela. Este es el único club de Catalunya totalmente adaptado y es donde suelen venir los que quieren empezar a jugar. Pero no hay solo cursos de iniciación, también hay de competición. Yo doy clases en los dos.

-Cuénteme, ¿qué tiene que tener en cuenta cuando llega un alumno nuevo?Sobre todo debes tener muy clara su discapacidad. Lo que puede y no puede hacer. Para empezar, hay una categoría para los tetrapléjicos y otra para los demás: parapléjicos, amputados, dobles amputados... Por supuesto, entre un parapléjico y un amputado hay ventajas para el amputado, al fin y al cabo tiene tronco, tiene pie, tiene giro de cadera… Pero como se necesitan ocho para formar un cuadro, no se pueden hacer más categorías. No hay tantos jugadores.

-¿Llegó a competir, usted?Sí, competí entre los 14 y los 26 años. Pero no disfrutaba, me ponía muy nervioso, incluso me lesionaba por culpa de la tensión. Así que cuando hace tres años me ofrecieron probar como entrenador…

-¿Está donde quería estar?De momento, sí. Se supone que la meta de todo entrenador es llevar a un jugador, pero yo estoy muy bien con mis grupos.