José Bretón: El único sospechoso

José Bretón, reconstruye, con la policía, la desaparición de los niños en el parque Cruz Conde, en Córdoba, el pasado octubre.

José Bretón, reconstruye, con la policía, la desaparición de los niños en el parque Cruz Conde, en Córdoba, el pasado octubre. / ea

MAYKA NAVARRO / Madrid

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José Bretón nació en Córdoba en 1973. El 8 de octubre del 2011 desaparecieron susRuthyJosé, de seis y dos años. Desde ese día,Bretón es el único sospechoso. El magistrado José Luis Rodríguez Laín, que instruye el caso, ha mantenido el secreto de sumario pero las sospechas policiales han sido muy claras desde el principio. Todos los indicios conducen hasta él, encarcelado. Bretón no ha dejado ni un solo día de reivindicar su inocencia. José María Sánchez Puerta, el abogado de Bretón, insiste una y otra vez en que no hay pruebas sólidas contra su cliente. Pero tanto para los responsables de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV), como para el fiscal jefe de Córdoba, José Antonio Martín-Caro, el asunto siempre ha estado claro. Hasta ahora, solo faltaban pruebas concluyentes.

Cuando desaparecieron sus hijos,Bretón llevaba casi medio año en paro tras haber ejercido de conductor y haber participado en misiones militares en Bosnia. Había conocido a su mujer, Ruth Ortiz, en Córdoba. Ella es veterinaria. Bretón se hizo militar y su experiencia en Bosnia pudo marcarle psicológicamente. Los expertos aluden a esa experiencia su capacidad de aislarse del mundo y de soportar la presión psicológica de un interrogatorio policial y la condena pública asociada al proceso judicial en el que está inmerso. 

Conoció a su mujer, Ruth Ortiz, en Córdoba mientras ella estudiaba Veterinaria. Se casaron en el 2002 y tras varios traslados de vivienda llegaron a separarse. Tras la separación, ella se trasladó a la zona conocida como Huerto de Paco, un barrio también de clase media situado en la capital cordobesa y cerca del colegio al que acudían los niños. Tras un primer intento de separación, José Bretón solicitó ayuda psiquiátrica. La relación se hizo insostenible poco antes de la desaparición de los niños y Ruth Ortiz comenzó los trámites de la separación, circunstancia que ella considera detonante del terrible suceso del 8 de octubre y que atribuye a una "venganza" de Bretón. Un día después de la desaparición de los niños, Ruth Ortiz denunció a su marido por "vejaciones".

Perfil psicológico

Perfil psicológicoObsesionado por el orden y la limpieza, Bretón reveló pronto en la cárcel unperfil psicológico diferente a la mayoría. Envuelve sus manos con pañuelos de papel o tiras de papel higiénico para evitar tocar directamente las cosas. Le da asco. Todos los especialistas, psicólogos, psiquiatras y forenses, que han tratado a Bretón apuntan a que, a priori, no padece ninguna patología, pero sí presenta relevantes rasgos psicopáticos. Pero ninguno le exculparía de existir pruebas claras contra él.

Durante estos años, la policía ha revuelto (literalmente) Córdoba para encontrar a los niños desaparecidos. El centro de las pesquisas siempre ha sido la finca de los abuelos en las Quemadillas, el último lugar del que se tiene constancia que los niños estaban con vida ese trágico 8 de octubre.

Y esta semana también han trascendido algunos fragmentos reveladores de la declaración que los hermanos de Bretón, Catalina y Rafael, realizaron a la policía tras la desaparición. Y que ayudan a entender un poco más la fijación de la policía por el padre de los hermanos. Catalina dijo que el padre de los niños le comentó: "Qué mala suerte que me haya tocado a mi, qué pena tener que enterrarlos, con lo bonitos que son, si eran la ilusión que me quedaba". ¿Por qué pensaba en enterrarlos si no hacía ni 24 horas que aseguraba haberles perdido en un parque cordobés? 

Entre rejas, Bretón mantiene ese halo de superioridad que ha exhibido desde el primer momento. Si antes de ser detenido, durante los días en que prestó declaración como testigo ante los policías, sorprendió por su frialdad y falta de empatía, ahora en prisión tampoco deja indiferente a nadie. Es decir, Bretón diferencia el bien y el mal (la psicopatía afecta a la voluntad, no a la inteligencia); por tanto, no es un enfermo.

Frialdad y falta de empatía

El comportamiento de Bretón en algunos momentos encaja con la definición de manual del psicópata: frialdad emocional, incapacidad para ponerse en el lugar de los otros, falta de empatía, imposibilidad de arrepentimiento. Le puede su egocentrismo.

El pasado día 24 de diciembre su exmujer, Ruth Ortiz, lo visitó en la cárcel para rogarle que le dijera algo que ayudara a encontrar a sus hijos. Hacía semanas que Bretón había autorizado por escrito el encuentro a la dirección de la prisión, pero ese día no la esperaba. Cuando el funcionario le dijo que tenía una visita, el hombre acudió al locutorio vestido con un sencillo chandal. Cuando descubrió que tras la mampara estaba Ruth, la mujer a la que el día antes de la desaparición de sus hijos intentó convencer con un ramo de rosas y una carta de amor que regresara con él, fulminó con una mirada de odio al funcionario. Se sentía incómodo con la informal vestimenta.

Inalterable en la investigación

Aquella entrevista duró casi una hora y de ella no salió nada. El encuentro se convirtió en un monólogo de Bretón en el que insistió, una y otra vez, que no sabía nada de sus hijos. Y en el que repitió que los perdió la tarde del 8 de octubre mientras jugaban en el parque Cruz Conde de Córdoba. Mientras, Ruth sollozaba. La visita era la última baza de la madre y de los policías de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional, aunque en realidad los investigadores esperaban muy poco del encuentro. Conocen muy bien a Bretón. Pasaron a su lado las intensas horas de búsqueda infructuosa en la finca de los abuelos paternos, en las Quemadillas. En esos días, mientras los policías levantaban adoquines, suelos y reventaban tabiques buscando dos cadáveres, el padre se mantenía inalterable al destrozo y a la posibilidad de que aparecieran los cuerpos.

Los investigadores sospechan que si Bretón no se ha derrumbado hasta ahora, ya no lo hará. A ellos solo les queda insistir y seguir buscando. Buscan en alcantarillados, colectores, en las laderas del río Guadalquivir, en los terrenos que rodean la finca. No han dejado de buscar en Córdoba, porque, pese a todo, los investigadores insisten en que no hay nada que haga sospechar que su padre no fue la última persona que estuvo con Ruth y José. Lo que hizo con ellos, por el momento, sigue siendo su doloroso secreto. Quizá desvelado ahora por las cenizas.