Gente corriente

Jordi Delclòs:«Hay músicas que despiertan la emoción de la humildad»

«Hay músicas que despiertan la emoción de la humildad»_MEDIA_1

«Hay músicas que despiertan la emoción de la humildad»_MEDIA_1

GEMMA TRAMULLAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En el siglo XI el gran médico y filósofo musulmán Avicena -Ibn Sina, en árabe- incorporó la musicoterapia en los hospitales como una ciencia auxiliar de la medicina. Jordi Delclòs ha seguido sus pasos y ha viajado desde Turquía hasta Mongolia en busca de las fuentes originales de la música del Antiguo Oriente y de la espiritualidad sufí (la rama mística del islam). Profesor y director de la Escola de Música i Musicoteràpia Turca i Sufí (www.ponterapia.com) aplica sus conocimientos en el ámbito de la educación, el crecimiento personal y la salud mental.

El flautista sufí. Experto en espiritualidad islámica y musicoterapia del Antiguo Oriente.

-Es profesor de secundaria. ¿Cómo suele empezar sus clases? Doy Historia de las Religiones y Cultura Clásica en el colegio L'Estel de Granollers y siempre entro en el aula con mi flauta de caña, el ney, el instrumento rey de la música sufí.

-¿Una flauta frente a 30 adolescentes en pleno apogeo hormonal? Precisamente todas mis clases empiezan con una meditación. Les pido a los alumnos que cierren los ojos y escuchen su respiración, que sean conscientes de su cuerpo. Luego les invito a imaginarse que se dejan llevar por las aguas del afluente de un río que más adelante se une a una corriente ancha y tranquila. Entonces, en función del ambiente, improviso con la flauta alguna de las antiguas tonalidades terapéuticas.

-¿A qué tonalidades se refiere? Son escalas musicales o makams que tienen un fuerte impacto en el oyente. Pueden ayudar a despertar, a calmar, a trabajar emociones... Por ejemplo, hay músicas, como este makam llamado hijaz, que despiertan la emoción de la humildad. [Toca]

-Precioso. ¿Pero funciona en el aula? Hay un antes y un después de la meditación con música. Se produce un silencio impresionante.

-A veces también explica cuentos sufís en clase. ¿Podría contar alguno? Un padre estaba muy preocupado porque su hijo comía demasiada miel y quiso que lo visitara un maestro que vivía muy lejos, en las montañas. Tras un duro viaje llegaron ante el maestro, quien les mandó volver al cabo de 40 días. De nuevo hicieron el penoso trayecto y al llegar frente al maestro este dijo: «Niño, no comas más miel». El padre se enfadó. ¿Tanto esfuerzo para eso? Pero el maestro habló: «Antes de decirle esto a tu hijo he estado 40 días sin comer miel y solo ahora tengo la fuerza interior suficiente para decirle a tu hijo que no lo haga».

-La fuerza de la experiencia vivida. Es una enseñanza universal. El conocimiento es universal. Los métodos y rituales pueden ser distintos, unos dirán Om y otros dirán Bismillahi Ranmani Rahim (mantra sufí), pero todo son caminos hacia el desarrollo espiritual profundo.

-El sufismo es un gran desconocido.¡Y eso que también forma parte de nuestro patrimonio! Uno de los más grandes sufíes de la historia, Ibn al-Arabí, era de Murcia, una de las capitales de Al Andalus. Y el primer conservatorio de Europa lo abrió en Córdoba un músico que venía de Bagdad y que enseñaba makams.

-¿Usted cómo llegó al sufismo? Mi primer contacto fue a través de un taller que el doctor Oruç Güvenç vino a dar al Montseny. Él ha recuperado toda la ciencia de la musicoterapia del Antiguo Oriente, que se inició con Avicena en siglo XI, y con él descubrí la vertiente terapéutica y espiritual de la música de raíz turca. En 2011 me doctoré en Filosofía con una tesis sobre la dimensión terapéutica de la música en el sufismo.

-Y como en el caso del cuento, detrás de sus estudios hay una experiencia vivida.Efectivamente. En el 2003 me trasladé a Turquía y allí conocí a mi esposa, Tuba, con quien tenemos dos hijos, Yusuf y Nur.