LOS EFECTOS DE LA CRISIS EN LA EDUCACIÓN

Joan Seguí: "Frustra ver lo lejos que está la universidad del mundo laboral"

Este estudiante de Biotecnología es también técnico de laboratorio en el Institut de Salut Global de Barcelona

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MARÌA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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Las semanas que quedan de curso van a ser un auténtico esprint final para Joan Seguí, alcoyano de 28 años, que -si la cosa no se tuerce- terminará este junio el grado de Biotecnología en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Cinco asignaturas le quedan para sacarse el título. “La verdad es que ha sido una carrera larga, porque empecé a trabajar desde el primer curso y eso me ha obligado a ir administrando los esfuerzos”, explica con la perspectiva que da estar a punto de poner fin a tantos años de desvelos.

Joan empezó como becario en el laboratorio de un hospital, luego fue contratado y pasó a un centro de investigación de células madre y, más tarde, se incorporó al Institut de Salut Global, vinculado al Hospital Clínic de Barcelona, donde trabaja ahora estudiando parásitos de distintas enfermedades tropicales, como la malaria o el chagas.

“Lo más complicado de mi trabajo es cumplir el horario, porque una investigación de este tipo no se termina nunca, no sabes cuándo parar”, dice. Y, por si no fuera suficiente en su vida entre libros, probetas, ordenadores y microscopios, su trabajo se distribuye entre tres laboratorios distintos, separados a cierta distancia los unos de los otros. “Tengo que planificarme muy bien, organizarme con cierta antelación, para poder hacer además las prácticas que me piden en la facultad”, comenta el joven.

ENSEÑANZA DESFASADA

En esas prácticas, al menos, ¿lo tiene más fácil que otros después de tantos años en laboratorios? “En realidad, las prácticas son a veces frustrantes, porque al conocer el mundo laboral veo lo alejado que está de él la universidad”, responde. “En alguna ocasión me han explicado técnicas que se utilizaban hace 10 o 15 años, que ya no tienen nada que ver con lo que se está haciendo ahora”, precisa. Sí le ha valido la experiencia y la soltura que tiene en el manejo del instrumental para que, algún año, algún profesor le ofreciera un puesto como ayudante de prácticas.

Su familia nunca le pidió que trabajara. “Pero en casa oí muchas veces a mi padre comentar que cuando ya encontrara un empleo, él se jubilaría... Así que, en cuanto tuve la oportunidad, empecé a trabajar. Y él se jubiló por fin”, cuenta. Aun así, confiesa, sus padres le están ayudando con algo de dinero porque los 800 euros que ingresa no le llegan a final de mes. “Las universidades tendrían que ayudarnos más, debería estar previsto algún tipo de programa para que pudiéramos compatiblizar ambas actividades”, reclama Joan.