Gente corriente

Joan Carles Alay: «Yo no soy Indiana Jones, yo persigo a Indiana Jones»

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MAURICIO BERNAL

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Joan Carles Alay lleva 31 años empleado en una empresa de seguros. Es su trabajo, pero no es lo que más le arrebata. Quizá no sepan en su oficina, o quizá no lo sepan todos, que este hombre lleva toda su vida fascinado por la arqueología; que cuando se puso en marcha la Societat Catalana d'Arqueologia fue de los primeros en apuntarse, y que desde hace unos años es su secretario general; que ha estudiado hasta doctorarse, y que el tema que le quita el sueño es el expolio, los furtivos, el robo; y que se ha hecho tan experto en el tema que a veces, cuando ha aparecido un caso, los cuerpos de seguridad le han llamado en pos de asesoría.

Arqueología, furtivos, expolio: Alay es experto y asesora a los cuerpos de seguridad cuando se presenta algún caso.

-Cuénteme un caso en el que haya ayudado. Pues, por ejemplo, una vez me llamó la Guardia Civil, una patrulla del Seprona en Valls. Le estoy hablando de los años 90, cuando no había mucha experiencia en estos temas. Habían sorprendido a dos tipos en el campo con un par de detectores de metales y cuatro piezas que habían encontrado.

-¿Qué tuvo que hacer? Como le digo, había poca experiencia. Ni siquiera estaban seguros de que fuera un expolio. Entonces me llamaron y yo fui allí y les dije que sí, que efectivamente era un yacimiento, y que había habido una prospección y se habían llevado material. Entonces me pidieron un informe con una valoración.

-¿De lo robado? -Sí, y esto es importante, porque durante mucho tiempo, en los juicios, cuando al perito arqueólogo le preguntaban por el valor de lo robado, la respuesta típica era: «Incalculable, de un valor incalculable». Y claro, venía el abogado del acusado, que no era tonto, y decía: «Pues se lo voy a calcular yo: 50 euros». Por eso me inventé un sistema para valorar la cuantía de lo robado, y la aplico cuando me piden un informe.

-¿En qué acabó el caso? Bueno, sí, acabó en algo que habla de los obstáculos para combatir el expolio; acabó en que cuando el agente tuvo el informe y el caso bien documentado, y lo presentó al juzgado, el fiscal le dijo: «Pero, ¿y quién va a reclamar por esto? ¿Los iberos? ¡Con todo el trabajo que yo tengo!» Y ahí quedó todo.

-Pero usted no deja de hacer informes cuando se los piden. No, claro. De hecho, un día se me ocurrió que para investigar bien un expolio había que hacer algo que no se hacía hasta entonces, que era asumir la afectación del yacimiento como una escena del crimen. Se me ocurrió hace años, y fue cuando me di cuenta de que el tema de los furtivos daba para una tesis de licenciatura y para mucho más: fue el tema de mi tesis doctoral. Hasta hice un curso de perfilación criminológica para darle sustento a todo este trabajo, y ahora soy, imagínese: diplomado en investigación de la escena del crimen.

-¿Perfilación criminológica? Sí: yo sostengo que como en cualquier escena del crimen en un yacimiento expoliado el furtivo deja huellas. En mi tesis establezco un sistema que a partir del análisis de la escena permite decir... no sé: «Probablemente este señor vive en un radio de cinco kilómetros; tiene estudios de arqueología, y es posible que escriba sobre sus hallazgos en una revista local».

-Caray. Es un sistema que establece una tipología. De hecho, está en el título de la tesis: se trata de una sistematización de la tipología conductual de los furtivos. Por cierto, eso de furtivos: yo creo que debería haber otra palabra para designar a estas personas.

-¿Cómo dice? Cuando se habla de furtivos la gente enseguida piensa en cazadores, o en pesca, pero nunca en arqueología. Por eso en una ponencia que estoy preparando voy a proponer un nuevo término: los arqueofurtivos.

-Y será un cazador de arqueofurtivos. Exacto. Me recuerda a una vez que me dijeron algo así como que estaba hecho todo un Indiana Jones. Y yo: «¡No!» Por supuesto que no. Indiana Jones es un furtivo en toda regla. «Yo no soy Indiana Jones», le dije. «Yo soy el que va detrás de Indiana Jones».