Japón inventa una red para cazar drones

La policía de Tokio utiliza el ingenio para capturar aparatos en pleno vuelo

Un aparato de la policía japonesa captura un dron en el aire.

Un aparato de la policía japonesa captura un dron en el aire. / periodico

ADRIÁN FONCILLAS / PEKÍN

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Carece de la artesanal poesía de la cometa pero el asunto es el mismo: hacer volar aparatos sobre nuestras cabezas. La fiebre por los drones es especialmente alta en Japón, epítome global de la tecnología, donde la policía hacía tiempo que cavilaba cómo ordenar sus cielos en general y tumbar los aparatos sospechosos en particular. La solución contra los malos drones son buenos drones.

Las imágenes del Departamento de Policía Metropolitana de Tokyo muestran a un dron de un metro de diámetro de cuyos pies cuelga una red rectangular de dos por tres metros colocándose sobre otro que queda irremediablemente atrapado antes de ser grácilmente devuelto al suelo. El dron policial cuenta con una cámara, está operado por personal entrenado y será desplegado sólo después de que la policía no haya podido identificar a quién controla el aparato sospechoso o éste haya ignorado sus órdenes de bajarlo. La red es un procedimiento más limpio y elegante que abatir el trasto hostil a tiros y elimina el riesgo de que sus restos causen daños en el suelo.

Tras las pruebas exitosas está previsto que una escuadra de diez drones contra el crimen empiece a patrullar en febrero sobre las zonas más sensibles de Tokyo: el Parlamento, la residencia del primer ministro o el Palacio Imperial. “Los ataques terroristas con drones cargados de explosivos son una realidad. Esperamos defender la nación en el peor escenario posible”, ha explicado la policía municipal.

SOBRE LA VIVIENDA DEL PRIMER MINISTRO

Ningún otro país ha debatido más la frontera entre el ocio y la seguridad, tanto por afición como por los sustos. En abril apareció sobre el tejado de la vivienda del primer ministro, Shinzo Abe, un dron con una pequeña cantidad de tierra radioactiva llegada de Fukushima, en lo que parecía una protesta por la política nuclear del Ejecutivo. Los drones permiten a terroristas y gamberros posibilidades ilimitadas. Un adolescente maniobró su dron en mayo sobre la sede del Parlamento y más tarde sobre un templo en Nagano antes de precipitarlo hacia el público. El joven fue detenido a pesar de que no hubo víctimas.

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El contexto explica la modificación a principios de este mes de la Ley Civil de Aeronáutica con estrictas restricciones a los AUV (Vehículos Aéreos No tripulados). Ahora está prohibido el vuelo de drones de más de 200 gramos en zonas residenciales, a alturas superiores a 150 metros y cerca de aeropuertos. Es obligatorio mantener los drones alejados al menos 30 metros de la gente, edificios o coches. Los infractores se enfrentan a multas de hasta 500.000 yenes (3.783 euros). Otra ley en proceso de aprobación prohíbe los drones en un radio de 300 metros alrededor de instalaciones concretas como la oficina del primer ministro, el Parlamento, el Palacio Imperial y las centrales nucleares.

PROHIBIDOS A LOS NIÑOS

La regulación ha desolado a los aficionados. La prohibición de utilizarlos en “zonas residenciales” en una ciudad con tanta densidad como Tokyo estruja las posibilidades al máximo. La ley permite excepciones si se obtiene una autorización especial tras un procedimiento de diez días laborales que se alarga a las dos semanas en la práctica. Para Masahiro Kobayashi, abogado de Osaka especializado en drones y robots, la normativa es “demasiado severa”. “Los niños y adolescentes ya no tendrán la oportunidad de decir: hace buen tiempo, vamos el domingo a hacer volar los drones. Los adultos sí que pueden conducir e ir a zonas sin restricciones en el campo, pero no los niños”, ha dicho al diario Japan Times.

Algunos temen que las medidas embriden una industria pujante y con múltiples utilidades más allá del ocio o las militares. Los drones son ideales en situaciones que exigen velocidad, flexibilidad y riesgo. Japón ya los utiliza para inspeccionar infraestructuras, estudiar volcanes activos, medir la radioactividad de la central de Fukushima y, especialmente, en la agricultura. Yamaha, icono de motocicletas, comercializa drones y tiene ambiciosos planes de futuro.

En Estados Unidos, la otra gran potencia global en drones, el sector creará 100.000 puestos de trabajo y generará 80.000 millones de dólares en la próxima década, según la Asociación de Vehículos Aéreos No Tripulados Internacional.