La insólita cohabitación de un Papa y un expapa

La permanencia de Ratzinger en el Vaticano ejercerá presión sobre su sucesor

ROSSEND DOMÈNECH / Roma

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A las ocho de la tarde del 28 de febrero, una vez terminada la jornada laboral,Joseph Ratzingersubirá a un helicóptero y se trasladará a la villa deCastelgandolfo, tras haber dejado de serPapa. En esa residencia, palacio estival de los pontífices, permanecerá mientras loscardenalesde laCuriay cuantos vayan llegando de todo el planeta estén debatiendo sobre quién será susucesor. Es una situación nunca vivida en laIglesia católica, una más de las circunstancias inéditas, e incluso interesantes, que está creando la decisión delpapa Ratzinger.

Cuando finalicen las obras de acondicionamiento de un antiguo convento de monjas situado en el entorno delVaticano, que se prepara para acogerlo, elexpapase instalará allí, a pocos metros del nuevo Papa. A partir de aquel momento, en el Vaticano habrá un Papa y un expapa, lo que plantea cuestiones hasta aquí desconocidas, como qué tipo de relación mantendrán.

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