La UB inicia su plan de rescate de las humanidades en el Poblenou

Uno de los nuevos espacios polivalentes de la sede del parque de las humanidades y las ciencias sociales de la UB, inaugurado ayer en el Poblenou.

Uno de los nuevos espacios polivalentes de la sede del parque de las humanidades y las ciencias sociales de la UB, inaugurado ayer en el Poblenou.

HELENA LÓPEZ / MARÍA JESÚS IBÁÑEZ
BARCELONA

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La Universitat de Barcelona dio ayer un paso adelante en su plan para impulsar los estudios humanísticos con la inauguración del primer edificio del nuevo parque de las Humanidades y las Ciencias Sociales que impulsa en el barrio barcelonés del Poblenou, en el antiguo recinto fabril de Can Jaumandreu. Con este complejo, la UB quiere revertir la decadencia de los estudios y la investigación en humanidades y mostrar su rostro más moderno. El de la innovación, la palabra más repetida en la inauguración de ayer. La sede central del parque de las Humanidades estará a partir del 2017, tras un complejo periodo de obras, en Can Ricart, la fábrica más antigua del barrio, conocido en su época como el Manchester catalán.

Según remarcó el rector de la UB, Dídac Ramírez, el parque científico, bautizado como proyecto Minerva, también tiene como objetivo la mejora de las salidas laborales de los graduados de estos ámbitos de conocimiento y "fomentar la interconexión entre el tejido empresarial y productivo y las ciencias sociales y las humanidades". En esa línea, explicó que uno de los proyectos que ya funciona en Can Jaumandreu -espacio rehabilitado a través de talleres ocupacionales de Barcelona Activa- es el centro de digitalización de la UB (CEDI), especializado en manuscritos e incunables. "Con este servicio, entre otros, esperamos que estas inversiones se vayan autofinanciando", apuntó el rector, quien aseguró que ya disponen de los primeros 5 millones de los 15 necesarios para implantar el campus.

ESTUDIOS MÁS CERCANOS

También en línea de acercar las humanidades a la ciudadanía, además de hacerlas más atractivas para los estudiantes (solo el 6% de los universitarios catalanes optan por estos estudios), el futuro centro de Can Ricart ofrecerá un gran archivo de carácter histórico, gráfico y audiovisual -que se enriquecerá con las obras digitalizadas en el CEDI-, además de dos espacios de «innovación creativa» abiertos a empresas que quieran apostar.

Ramírez apuntó que con Can Jaumandreu y Can Ricart la UB cerrará el triángulo del conocimiento iniciado con el IL-3. "El emplazamiento en el 22@" permitirá también aprovechar la concentración existente en este espacio en lo que se refiere a la producción y oferta cultural y a la competitividad de la industria que está instalada, e incidirá en la búsqueda y la transferencia de conocimiento y de actividades científicas y técnicas», prosiguió el rector, quien también señaló las buenas relaciones con la facultad de Comunicación de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), a solo unos pasos. "Hemos venido aquí a cooperar, no a competir", concluyó el rector.

UN EDIFICIO CON HISTORIA

Can Ricart fue durante muchos años el buque insignia de la lucha vecinal del Poblenou por la conservación del patrimonio arquitectónico de su rico pasado industrial. La movilización del barrio logró parar en el 2002 el derribo de la fábrica, donde se preveían construir pisos, y en el 2008 el enorme recinto (30.000 metros), de propiedad municipal en gran parte, fue declarado bien cultural de interés nacional. El tripartito apostó por el espacio para convertirlo en la Casa de les Llengües, proyecto que fue descartado con la entrada de Artur Mas en la Generalitat.

Fue entonces cuando la Generalitat devolvió al Ayuntamiento de Barcelona el edificio, en peores condiciones de las que lo encontró, ya que con el tímido inicio de las frustradas obras algunas partes quedaron al descubierto. Desde entonces el espacio ha ido agonizando para desespero vecinal, hasta que su cesión a la UB por parte del municipio se ha presentado como la esperanza para rehabilitarlo.

"Tenemos muchas expectativas puestas en este proyecto después de tantos años de abandono", apunta Salvador Clarós, presidente de la asociación de vecinos del barrio y uno de los activistas que luchó durante años para rescatar el patrimonio fabril. Clarós destaca también que, además de las obras en los 7.000 metros cedidos a la UB- que espera que, esta vez, avancen hasta el final-, también están a punto de finalizar las obras del futuro casal de barrio del Poblenou en otra de las naves. "Cuando el barrio vea el casal abierto y las obras en la parte de la UB recuperará la confianza", concluye.

Gaspar Coll, responsable del proyecto Minerva, destacó también en la presentación la importancia de la relación con la ciudad, la ciudadanía y el vecindario más cercano, con el que han colaborado "estrechamente" durante todo este tiempo, aseguró.