conmoción EN GIRONA por un crimen HORRIBLE

Un hombre decapita a su hija de 18 meses «por orden del diablo»

El parricida sale detenido del inmueble donde cometió el crimen, en Girona, ayer.

El parricida sale detenido del inmueble donde cometió el crimen, en Girona, ayer.

FERRAN COSCULLUELA
GIRONA

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Horror, incredulidad, conmoción. Los vecinos del bloque situado en el número 8 de la calle de Oviedo de Girona no tenían ayer palabras ni adjetivos para expresar lo que sentían tras conocer el brutal crimen perpetrado por uno de los inquilinos. Marcelo R. O., de 34 años y nacionalidad colombiana, decapitó a su hija menor, de 18 meses, cuando su otra hija, de 6 años, se hallaba en el domicilio. Todo apunta a que se trata de un acto de enajenación, ya que el parricida, un hombre normal y educado, según los vecinos, explicó a la policía que había actuado «por orden del diablo».

Los hechos se produjeron pasadas las 12 del mediodía. El propio parricida llamó al Servicio de Emergencias Médicas para comunicar que había matado a su hija. «Lo he hecho porque me lo ha ordenado el diablo», espetó el presunto homicida. Una patrulla de los Mossos se presentó inmediatamente en el domicilio. El hombre, presa de una gran excitación, no dejaba de gritar a los agentes: «¡Aquí está el demonio!», según fuentes próximas al caso. Los policías hallaron entonces a la hija pequeña decapitada y encima de una cama, mientras que la hermana mayor estaba en otra habitación mirando tranquilamente la televisión.

Los vecinos del inmueble explicaron que, antes de la llegada de la policía, escucharon al padre de la víctima proferir fuertes gritos. «¡El demonio! ¡El demonio!», repetía una y otra vez. Su estado de excitación obligó a intervenir al personal médico y a varios agentes para proceder a la detención, ya que el agresor ofreció fuerte resistencia.

RESISTENCIA / «Había cuatro policías y no podían con él de los grandes saltos que pegaba», explicó una vecina. La policía lo trasladó en una ambulancia al Hospital de Santa Caterina, donde fue sedado, y posteriormente volvieron a llevarlo a su domicilio para realizar la reconstrucción del crimen. Cuando regresó a la calle, esposado, para ser conducido a comisaría, varios vecinos que estaban congregados en la vía pública y en los balcones de otros inmuebles profirieron insultos contra el parricida, que se limitó a entrar en el coche policial con la cabeza gacha. Fuentes próximas al caso explicaron que los Mossos fueron a buscar a la madre de las niñas a su centro de trabajo para comunicarle la fatal noticia. La mujer hudo de ser atendida por personal médico y recibió ayuda psicológica.

Los vecinos coincidieron ayer en calificar a Marcelo R. O como una persona «normal», que nunca había dado problemas. «Hacía tiempo que estaba en paro, pero es una buena persona», insistían. Horas antes de cometer el crimen, el presunto homicida acudió al bar El Molí a tomar un café, como hacía cada día. «Lo vi un poco más nervioso que de costumbre, pero nada más», explicó, afectada, la camarera.