Hincar codos en vacaciones

Clase de repaso de ciencias en la Acadèmia Accés de Barcelona, el jueves.

Clase de repaso de ciencias en la Acadèmia Accés de Barcelona, el jueves.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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Sentado en la última fila del aula de repaso y con la timidez de los 16 años, Joan se declara moderadamente optimista. Cartabón en mano, dibuja, sobre su cuaderno de deberes de verano, un eje de coordenadas para resolver una función. Es uno de los problemas que le podrían caer en el examen de Matemáticas al que se presentará la primera semana de septiembre en su instituto. «He repasado todo el verano y creo que ahora lo entiendo todo bastante bien», explica el chico, al que solo le falta esta asignatura para aprobar en su totalidad el cuarto curso de la ESO. En junio pasado, sacó un 4 -«me fue por un pelo», reconoce- y ahora espera, después de haber hincado los codos estas vacaciones, poder sacársela sin muchos problemas. «A ver si hay suerte», comenta antes de volver a concentrar toda su atención en el cartabón y el eje de coordenadas.

Como Joan, en torno a 100.000 estudiantes catalanes de ESO y primero de bachillerato están este verano preparándose, según algunas estimaciones, para la evaluación extraordinaria de septiembre, que la Conselleria d'Ensenyament reimplantó en el 2012, después de que en 1995 dejaran de realizarse estos exámenes de repesca. «Muchas veces basta con una buena actitud y cierta voluntad de trabajo para aprobar, sobre todo si el alumno arrastra una, dos o tres materias», indica Sergi Muñoz, director de la Acadèmia Accés, en el barrio del Poblenou de Barcelona, a la que este verano está acudiendo Joan, entre otros estudiantes.

ACABAR DE MADURARLO

«Que les queden una o dos asignaturas suspendidas puede ser incluso una fórmula para dar un toque de atención al estudiante. A veces se deja una materia para septiembre porque así los profesores del instituto se aseguran de que el chaval trabaja durante el verano y acaba de adquirir o fijar los conocimientos que no ha acabado de madurar durante el curso», subraya Jaume Brossa, director del centro 5 Passes de Sabadell, que también ha abierto este verano para dar clases de refuerzo.

Los padres, aseguran los responsables de academias, son en la mayoría de los casos bastante comprensivos. «Evidentemente, hay quien se enfada porque ha de dedicar una parte del dinero que había reservado para las vacaciones a los repasos escolares de los niños», indica Brossa. «O quien manda a su hijo todo el verano a clase como castigo por no haber trabajado el resto del curso», observa, por su parte, Muñoz. Con todo, coinciden ambos, «para casi todas las familias la prioridad es que el hijo promocione de curso».

Alba, que ha estudiado primero de ESO y arrastra seis materias para septiembre, sí ha hecho vacaciones. «Hemos pasado un par de semanas en el cámping con la familia», explica. También ella, aunque lo tiene más difícil, se muestra optimista respecto a esta segunda oportunidad. «A veces, sobre todo en el caso de los alumnos que han hecho el primer curso en el instituto, resulta difícil aprobarlo todo a la primera. Entre otras razones, porque nunca antes se habían encontrado ante una situación así», comenta Tomás Marín, jefe de estudios de la barcelonesa Acadèmia Guiu.

SEGUNDA OPORTUNIDAD

El objetivo de las pruebas es justamente ese: que aquellos que no pudieron aprobar en junio disfruten, al menos, de una segunda oportunidad. «En la mayoría de los casos, es casi una cuestión de justicia. Especialmente para los estudiantes a los que en junio les ha faltado muy poco para aprobar», defendía recientemente Joaquín Gairín, jefe del departamento de Pedagogía Aplicada de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Gracias a esta segunda oportunidad, incluida dentro del plan puesto en marcha por la Generalitat en contra del fracaso escolar, la tasa de graduación en secundaria pasó del 82,3% del curso 2010-2011 al 86,5% del pasado 2014-2015.

«Hay casos en que, de todas formas, sabemos de antemano que será difícil que el estudiante pase al siguiente curso, no solo por la cantidad de asignaturas que ha suspendido, sino porque hay problemas añadidos de conducta, por ejemplo», avisa Marín. El propósito de los profesores de las academias (igual que los de los programas municipales de algunos ayuntamientos, como el de Barcelona) es que, «como mínimo, el alumno adquiera un hábito de trabajo y aprenda a planificarse mejor», subraya el docente.