Gente corriente

Guillermo Pastor: "En este archivo siento que hago algo por las personas"

Archivero de emociones. Dirige el archivo militar del cuartel del Bruc, donde favorece el trato humano.

«En este archivo siento que hago algo por las personas»_MEDIA_1

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GEMMA TRAMULLAS

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Miles de fichas con nombres y apellidos y descripciones de heridas de guerra se extienden sobre las mesas del Archivo Intermedio Militar Pirenaico, situado en las antiguas caballerizas del cuartel del Bruc de Barcelona. El expediente, fechado entre 1936 y 1939, procede de un hospital carlista y es una de las últimas remesas documentales llegadas a este centro que recibe, revisa y transfiere a su destino final los fondos de 50 archivos militares centrales de Catalunya, Aragón y Navarra. Su director técnico, Guillermo Pastor, participó el pasado fin de semana en las jornadas sobre archivos, derechos humanos y democracia de Arxivers Sense Fronteres.

-¿Quién acude a este archivo?

-Está abierto al público de 8.30 a 13.30 horas y recibimos entre 400 y 500 consultas al año. Vienen investigadores que hacen su tesis sobre personajes históricos o sobre las baterías de defensa en la costa, personas que necesitan un papel para jubilarse y un nuevo tipo de investigador que busca a sus familiares desaparecidos. Estos últimos vienen sobre todo después de las comidas de Navidad.

-¿Aquí se puede encontrar la pista de un abuelo desaparecido en la batalla del Ebro?

-Más que encontrar un documento concreto, que es más difícil, aquí redirigimos a la gente a otros archivos donde es más probable que lo encuentren. No tiene por qué ser de la guerra civil, también puede ser de un bisabuelo fusilero que se fue a Cuba. Si hay la remota posibilidad de que a esa persona le abrieran un expediente, le encontraremos.

-¿Encontrar personas es lo que más le satisface de su trabajo?

-A veces no es tanto el éxito de la investigación sino la satisfacción de conocer a personas que tienen vidas de película o que se emocionan revelándote cosas muy íntimas.

-Resulta paradójico experimentar tantas emociones en un archivo militar.

-Yo venía del Archivo de la Corona de Aragón y del Archivo General de Indias, y asumir la responsabilidad de esta documentación era un reto. Encontrar una carta que diga que el libro más antiguo se imprimió en Burgo de Osma puede hacer muy feliz a un erudito, pero a mí me gusta resolver los pequeños problemas de la gente: la solicitud de un documento para cobrar una pensión, para encontrar al abuelo... En este archivo siento que hago algo por las personas.

-¿Algún hallazgo histórico?

-De aquí salió el expediente de cuando mataron al maqui Quico Sabaté, y a petición de un investigador yo mismo localicé la hoja de servicios de Josep Vendrell [presidente del Barça y coronel franquista]. Pero estos hallazgos no revelan secretos ni cambian el rumbo de la historiografía.

-¿Ese es el sueño de un archivero? ¿Hallar un papel que cambie la historia?

-El acceso a los archivos es un derecho ciudadano y nuestro trabajo diario no es tanto el hallazgo como mejorar la organización de la documentación y hacerla más accesible. Ningún documento por sí solo cambiará el curso de la historia. Todos los documentos son igual de importantes. Parece una frase para quedar bien, pero es cierto.

-¡Se está cargando la épica del archivero!

-En el fondo, esa épica nos hace daño.

-Eso mismo dicen los arqueólogos cuando se les menta a Indiana Jones.

-En Indiana Jones no encontraban el Santo Grial porque era una copa que no llamaba la atención y la gente se imagina los grandes hallazgos rodeados de brillos y oropeles. Mire el aspecto de estas viejas fichas hospitalarias, no es nada espectacular. Un archivo tiene valor por su conjunto, y para mí es un orgullo que el fondo de este hospital esté completo y no falte ni una letra.

-¿Cómo se lleva ser un civil y trabajar en un cuartel militar?-[ríe] Bien. ¡Por fin distingo los rangos por las insignias de los uniformes!