Girona tiene una de las mayores redes territoriales de desfibriladores del mundo
La Diputación, la universidad, la Fundació Brugada y el SEM han instalado 747 aparatos
Manuel Riscos volvió a nacer a los 85 años gracias a un desfibrilador. Tras entrar en el bar Juan de Sant Miquel de Fluvià (Alt Empordà) para jugar la partida, cayó fulminado por un infarto que lo dejó inconsciente y moribundo. En otras circunstancias habría perdido la vida en pocos minutos, pero el dueño del bar y un cliente recordaron que hacía pocos días habían instalado un desfibrilador en el centro cívico del pueblo.
Juan Gómez y Xavier Pou no tenían conocimientos médicos, pero sabían que si no hacían algo su vecino moriría. Fueron a buscar la máquina y cuando la activaron comprobaron con sorpresa que el propio aparato les indicaba cómo debían actuar. "No paraba de hablar y nos decía lo que teníanmos que hacer", explicaban a este diario a finales del 2012, un año después de aquel suceso.
>> Lea todo el reportaje sobre la red de desfibriladores de las comarcas gerundenses, en e-Periódico.
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