entrevista CON EL COAUTOR CON STÉPHANE HESSEL DE '¡COMPROMETEOS!'

Gilles Vanderpooten: "El modelo político basado en los partidos está superado"

ELIANNE ROS
PARÍS

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Tras su apariencia de joven empleado de banca con traje y corbata, Gilles Vanderpooten desvela a un fervoroso militante por un sistema alternativo. A los 25 años, y después del éxito del opúsculo¡Indignaos!-inspirador del movimiento del 15-M-, publica con Stéphane Hessel¡Comprometeos!. En este libro -del que en tres meses se han vendido 100.000 ejemplares en Francia- el veterano héroe de la Resistencia y superviviente de la deportación nazi, de 93 años, responde a las preguntas de la generación de la precariedad y muestra el camino para canalizar su indignación. La semana próxima sale a la venta en España.

-¿Cómo fue la gestación de ¡Comprometeos!?

-Mi idea era hacer un libro de transmisión de saber entre generaciones. Se lo propuse a Hessel en el 2009, mucho antes de que se publicara¡Indignaos!, a finales del 2010. De hecho, lo acabamos antes de iniciarse el fenómeno.

-¡Vaya! Parece pensado como la continuidad del primero...

-En realidad fue rechazado por 40 editoriales hasta que lo envié al sociólogo Jean Viard, quien me dijo que lo publicaría dos semanas antes de salir a la venta¡Indignaos!. Lo que sí se eligió después fue el título, porque nos dimos cuenta de que la palabra que más salía eracompromisoy que era una prolongación del discurso con el que Hessel pretendía despertar las conciencias.

-No hay duda de que lo consiguió, pero ¿cuál es el siguiente paso?

-Hay que decirno, protestar e incluso desobedecer cuando se atenta contra derechos fundamentales, pero después hay que pasar a la acción, comprometerse. Si logra transformar la indignación en propuestas concretas y alternativas, la juventud puede ser escuchada.

-Pero después de varias semanas de acampar en las plazas, los jóvenes españoles no tienen la sensación de que los políticos les hayan escuchado. Hay desencanto.

-La indignación por la indignación puede generar frustración. No sirve de nada si no desemboca en algo constructivo. Comprometerse es conjurar el pesimismo, rechazar el determinismo. El mensaje de Hessel es optimista, es decir a los ciudadanos que tienen el poder para hacer algo y cambiar las cosas.

-¿Qué diría a los que pueden caer en la tentación de la violencia, como ha sucedido en Barcelona?

-A veces acciones contundentes, como sabotear cultivos transgénicos, pueden hacer avanzar el debate. Pero no es deseable tomarla con las instituciones y linchar a sus representantes. La violencia puede desacreditar el movimiento, darle una imagen radical, y destruir la esperanza que ha generado.

-¿Cómo superar la desconfianza que genera el sistema político?

-El modelo basado en los partidos está superado, igual que la división entre izquierda y derecha. La expresión ciudadana no puede limitarse a votar cada cuatro años. El voto no es un cheque en blanco. Lo que más exaspera es el desfase permanente entre los discursos y los actos de algunos gobernantes.

-¿Por eso entre los jóvenes tiene más credibilidad alguien de la generación de Hessel? ¿Cómo explica su éxito?

-Hay un problema generacional. Los dirigentes actuales pertenecen a la época del capitalismo, del provecho inmediato. Les falta una visión a largo plazo. Hessel ha vivido las dificultades de la guerra, lleva 70 años comprometido. Está legitimado. Es el abuelo que todos quisiéramos tener.

-¿La juventud es demasiado conformista? ¿Cómo debe implicarse más para cambiar el sistema?

-En la escuela nos formatean para entrar en el sistema. La historia demuestra que siempre es una minoría la que hace cambiar las cosas. Pero no hay que hacer tabla rasa con el pasado y rechazar todo el sistema. Hay que crear formaciones alternativas no para integrarlo, sino para cambiar el modelo.

-El riesgo es ser engullido...

-No hay que dejarse engañar por el discurso dominante. Hay formas de intervenir, desde fuera y desde dentro del sistema, a través de asociaciones y oenegés, organizándose para hacer contralobis y no dejar que los intereses de las grandes corporaciones lo controlen todo.

-Suena un poco utópico.

-No es fácil. Hay que ser optimista y realista a la vez.