ACCESO A LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS

El futuro de la neutralidad de la red se dirimirá en los próximos meses

CARMEN JANÉ / BARCELONA

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La neutralidad de la red no está blindada en Europa, pero tampoco está todo perdido para sus defensores. El Parlamento Europeo desestimó el pasado martes las enmiendas que pretendían cerrar la puerta a que las operadoras de telecomunicaciones ofrezcan servicios basados en discriminar el tráfico de internet y los activistas pusieron el grito en el cielo, pero el texto es tan ambiguo que el debate está lejos de quedar cerrado. La palabra la tiene ahora el BEREC, el organismo que agrupa a los reguladores del mercado de telecomunicaciones europeos (en España, antes la CMT y ahora la CNMC), que es quien ha de poner por escrito las líneas de trabajo sobre las que cada país establecerá su legislación.

El BEREC, con sede en Lituania, comenzará a examinar la cuestión la segunda quincena de noviembre y tiene nueve meses de plazo, hasta agosto, para presentar un dictamen. Las primeras conclusiones -que serán sometidas a consulta pública- están previstas para junio, según fuentes del organismo. Y después, a cada país le tocará legislar. Un par de años más, seguro, según fuentes del sector.

Mientras, las operadoras, que son quienes construyen y mantienen las redes, han vuelto a tomar posiciones en el debate. Tras las repetidas reclamaciones de César Alierta, presidente de Telefónica, pidiendo a Google, Facebook y el resto de las grandes compañías de servicios en internet que paguen por utilizar sus infraestructuras, Thomas Gerszberg, el presidente de Deutsche Telecom, la principal operadora europea, ha propuesto esta semana cobrar a las empresas pequeñas tipo startups «un porcentaje de sus beneficios» a cambio de darles «mejores servicios» y que los usuarios no paguen por recibir anuncios pero que ese tráfico lo pague quien los ponga. Dos modelos de negocio nuevos que le permitirían mejorar sus beneficios sin que sea a costa de sus clientes particulares.

EXISTEN PRIORIDADES

«La neutralidad de la red no ha existido nunca. Internet, tal como la conocemos, es un servicio y no una red, y da igual que sea fija o móvil. Servicios como la voz en el teléfono fijo, que ya funciona sobre internet (VOIP), tienen prioridad y los de vídeo bajo demanda, una velocidad garantizada siempre», dice Antoni Elias, catedrático de Teoria del Senyal de la Universitat Politècnica de Catalunya y exconsejero de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT).

«Hay líneas especiales para empresas que, aunque se basan en el protocolo de internet, no son la internet común, además de servicios como los CDN (servidores que almacenan cachés de páginas para servirlas más rápido) que dan prioridad a las webs, pero eso se ha usado siempre y nadie lo discute. El problema es cuando un operador de vídeo como Netflix o Imagenio se asegura de que va a llegar siempre primero. O cuando una operadora que realquila la red a otra ve relegado su tráfico», explica Albert Domingo, investigador de la Universitat Pompeu Fabra y del MIT. «Los contenidos van a llegar pero se va a crear un internet a dos velocidades que tampoco será tan absoluto como se hable. Ni a Google tampoco le interesan por igual todos los usuarios», añade.

Algunas operadoras europeas ya restringen servicios por contrato, como la voz sobre IP o el intercambio de archivos en redes P2P en las redes móviles. Legalmente, el usuario habría dado su consentimiento pero la realidad es que la mayoría ni siquiera lo explicitan y lo han hecho a su voluntad. Según un informe del BEREC y la Comisión Europea sobre datos del 2012, el 21% de los usuarios tenían vetadas la voz sobre IP (con aplicaciones como Skype o Facetime) y el P2P (el 36% en sus móviles y el 21% en redes fijas).

En general, según el mismo informe, el 40% de los usuarios europeos tienen restricciones frecuentes y el 15%, bastantes. Solo el 45% raramente ve restringido sus servicios. Estos vetos son los que ahora ha prohibido el Parlamento Europeo. «Bloquear o ralentizar internet será ilegal en la UE y los usuarios serán libres de usar sus apps favoritas independientemente del plan de datos que hayan suscrito», afirma un portavoz.

Sin embargo, en la legislación europea que se prepara no queda claro qué ocurre con el llamado zero rating, la gratuidad para determinadas aplicaciones como las del propio operador o con las que alcancen acuerdos. «Si un operador favorece unos servicios sobre otros está interviniendo en el mercado», afirma el ciberactivista Thomas Lohninger.

«La Unión Europea ha preferido primar a las operadoras porque generan empleo y aquí no tenemos grandes empresas de internet, que son todas estadounidenses. Si las operadoras son prudentes usando lo que se ha aprobado ahora, nadie dirá nada. Si no lo son y abusan, en breve tendremos que pedir que esto se revise», señala Elias.