Análisis

Un fraude científico, ambiental y social

Protesta de la Plataforma en Defensa de l'Ebre, ayer, en Amposta.

Protesta de la Plataforma en Defensa de l'Ebre, ayer, en Amposta.

NARCÍS PRAT

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Nada nuevo en la aprobación del Plan Hidrológico del Ebro (PHE). Ya hace tiempo que sabemos que este plan es un fraude científico, ambiental y social, justo lo contrario de lo que dijo ayer la vicepresidenta del Gobierno al anunciar su aprobación por el Consejo de Ministros.

Es un fraude científico porque desde el año 2000 se han publicado múltiples tesis, tesinas y artículos científicos sobre el tema y ninguno da la cifra de 3.100 hectómetros cúbicos/año como la aportación mínima necesaria para el delta. Todos dan mucho más. Pero el plan dedica más de 100 páginas a desacreditar todos los trabajos científicos y usa el estudio de una consultora (que ha pagado la Administración) para decidir que lo que el Gobierno ha hecho vale más que todos los estudios científicos publicados en las mejores revistas del ramo. La definición del caudal ecológico está hecha al revés: primero decido la cifra y luego me haces el estudio para que parezca que tiene una base científica.

Es un fraude ambiental porque se nos dice que se va a invertir en protección del medioambiente y que gracias a los embalses de Mequinenza y Riba-roja se podrá mantener el caudal mínimo. Ya solo por la retención de sedimentos que producen estos embalses merecerían ser gestionados de otra manera, pero el colmo es que son las hidroeléctricas y la central nuclear de Ascó las que deciden el caudal del Ebro. Por necesidades de Ascó se fijan los caudales mínimos (mucho más bajos de lo que deberían ser) y los máximos: para que no se pierdan kilovatios. Las avenidas que se programan se hacen para limpiar los macrófitos que, en algunos momentos, ciegan las rejillas de la central de Ascó. ¿Quién manda en el caudal del bajo Ebro? Las hidroeléctricas.

Y es un fraude social porque el proceso de participación pública en la elaboración del PHE ha sido una comedia. Los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) iban a los distintos lugares, explicaban el plan, aguantaban estoicamente las críticas y animaban al personal a presentar miles de páginas de alegaciones a las que no se ha hecho ningún caso. El presidente de la CHE (y el ministro) han tenido la habilidad de entretener a los ecologistas para dejarlo todo como estaba. Es decir, les han engañado desde el principio. ¿Para qué se hace un proceso de participación si de antemano ya sabes que no vas a cambiar nada?

Por otra parte, el plan que se aprueba ahora estará vigente hasta el 2015, ya que en esa fecha la CHE tiene que aprobar otro por mandato de la directiva marco del agua (DMA) europea. El actual debería haberse aprobado en el 2009. La CHE ya ha empezado el proceso de elaboración del nuevo plan. Entonces, ¿por qué aprobar este si el próximo año habrá que aprobar otro? Para intentar que Bruselas no los multe más por el incumplimiento de la DMA. O sea, que nos toman el pelo.

Además, ¿de qué sirve un plan que no se va a cumplir?  Todas las comunidades autónomas hacen lo que les da la gana creando nuevos regadíos, sin tener en cuenta cómo impacta esto en el delta. Y lo peor es que la Generalitat, de forma hipócrita, levanta la voz por el caudal ecológico del Ebro cuando ayudará a incumplirlo con los regadíos del Segarra-Garrigues. ¿Para qué sirve este Plan Hidrológico del Ebro? Es una operación de maquillaje políticosocial. Un fraude total. ¿Saben para qué sirve? Para que tenga un ejemplo espléndido que enseñar a mis alumnos sobre cómo no debe hacerse un plan hidrológico.