Gente corriente

Francesca Zapater: «El trabajo del médico es la persona, no la enfermedad»

Médica de familia. Tras 38 años en la trinchera del CAP, sigue luchando por la salud pública.

«El trabajo del médico es la persona, no la enfermedad»_MEDIA_1

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GEMMA TRAMULLAS

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Tras 38 años dedicada a la medicina de trinchera -oficialmente conocida como atención primaria-, la doctora Zapater tuvo que adelantar unos meses su jubilación porque los recortes ya no le permitían hacer su trabajo con las condiciones mínimas. Después de 3 años en el Centro de Atención Primaria (CAP) de Martorelles y 32 en el de Montornès, se despidió de sus pacientes uno a uno.

-Hoy hace justo una semana que se jubiló.

-Me quedaban nueve meses para cumplir 65 años, pero este verano no podía volver a pasar por lo mismo que el anterior.

-¿Por qué?

-Me tocó hacer la consulta de tres profesionales y dos pueblos. La carga de enfermedad, riesgo, incertidumbre, alerta e inseguridad que te crea el no poder atender ni escuchar bien a cada persona es insoportable. Catalunya ha perdido unas 9.000 personas que trabajaban en la atención primaria, el 20% del personal. Si no defendemos lo que tenemos, lo vamos a perder.

-Sus inicios tampoco debían ser fáciles.

-Salí de la facultad con la idea de que un buen médico es un médico de hospital y en 1977 empecé a trabajar haciendo sustituciones de vacaciones en el barrio del Besòs y de La Mina. También hacía sustituciones en los pueblos de la costa y una vez diagnostiqué un niño con meningitis en una tienda de campaña de un cámping de Canet de Mar. Estabas de guardia durante las 24 horas del día, los 7 días de la semana.

-Nada que ver con la facultad.

-En las facultades se enseñan enfermedades, pero en la primaria aprendí que el trabajo del médico es la persona, no la enfermedad.

-¿Cómo era la atención primaria antes de la reforma de 1984?

-La medicina ambulatoria consistía básicamente en hacer recetas. Era lo único que te daban: un bloc de recetas; ni consultorio, ni material, nada.  En Martorelles tuvimos que montar el primer consultorio en un despacho del ayuntamiento.

-¿Lo más satisfactorio de estos 38 años?

-Acompañar a las personas en una muerte tranquila, aceptada y en paz con su entorno es una de las experiencias más satisfactorias, un regalo de la vida.

-Habla más de acompañar que de curar.

-Curar, curamos poco; la medicina acompaña, más que cura. La salud no es la ausencia de enfermedad sino la capacidad de vivir con las adversidades. Vivimos con miedo y pedimos medicamentos porque nos han hecho creer que la ciencia y la técnica nos lo solucionarán todo. Hay situaciones en las que hay que prescribir fármacos, pero hablar media hora con una persona o montar una red de apoyo social puede sustituir una receta.

-¿Por ejemplo?

-La demencia. Se ha priorizado la financiación de los fármacos para la demencia, que no tiene tratamiento, antes que tomar medidas de tipo social, como la descarga familiar, que beneficiarían mucho más a los enfermos y a sus familias.

-¿Qué le han dicho sus pacientes al despedirse después de tantos años?

-Una de las frases más habituales ha sido: «Gracias por haberme escuchado».

-Los políticos que deciden los recortes deberían ir  más al CAP.

-Ellos tienen sus mutuas. Creo que no entienden el concepto de atención primaria y cómo mejora la salud de la población, porque incluso en época de crisis priorizan el gasto hospitalario. Lo que hacemos nosotros quizá sea menos espectacular, pero acompañar a la gente a vivir y a morir es muy valioso. Una intervención intrauterina es mucho más espectacular, pero solo ayuda a una persona; acompañar en el día a día ayuda a muchas personas.