Medida controvertida en la enseñanza secundaria

El fracaso de la fiambrera

Aula habilitada como comedor en el instituto barcelonés Ausiàs March.

Aula habilitada como comedor en el instituto barcelonés Ausiàs March.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ
BARCELONA

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Tanto ruido para tan pocas nueces. La polémicaimplantación de la fiambrerapreparada en casa como alternativa al menú delcomedor escolar ha tenido una acogida fría, por no decir ridícula, en los institutos catalanes. Tan escasa ha sido la respuesta que, más de dos meses después del inicio de curso, los únicos centros públicos que ofrecen el servicio -en torno a la media decena, apenas el 1% de los 540 que hay en todaCatalunya, según cálculos de las principales federaciones de padres de alumnos- son centros que ya lo prestaban el año pasado. La diferencia es que ahora lo hacen bajo el paraguas regulador de la Conselleria d'Ensenyament, lo que les obliga a disponer de personal de vigilancia y unos equipamientos mínimos, comoneverasy hornos microondas.

Pese al revuelo que la iniciativa generó cuando fue presentada a finales del pasado junio, «las familias han considerado que se trata de una cuestión anecdótica, como antes lo habían sido la posibilidad de que los alumnos llevaran uniforme o la instalación de tarimas en las aulas», explica Àlex Castillo, presidente de la Federació d'Associacions de Pares d'Alumnes de Catalunya (Fapac), mayoritaria en el sector. «De hecho, en la primera reunión que hubo este curso del Consell Escolar de Catalunya simplemente se informó de que existía la posibilidad, pero nada más», agrega Castillo.

«La intención, cuando se pidió a la Administración que regulara el uso de la fiambrera, era ayudar a las familias que ya estaban utilizándola. Los chicos no podían seguir comiendo en un banco del patio del instituto y había que establecer unos mínimos», insiste Pere Farriol, presidente de la Federació d'Associacions de Pares d'Educació Secundària (Fapaes), principal defensora de la medida.

Si la idea no ha prosperado, arguye Farriol, es porque ha coincidido con la implantación de lajornada intensivaen secundaria. Y es que este año, por primera vez en Catalunya, el 71% de los centros que imparten ESO, bachillerato y FP cierran sus puertas por la tarde, lo que les ha permitido suprimir, entre otras cosas, el servicio de comedor. Así, la fiambrera, que la Generalitat solo autoriza en secundaria (no en primaria ni en infantil), se ha quedado sin potenciales usuarios.

COSTE PARA LAS FAMILIAS / «Las familias con más de un niño se lo podrían haber planteado, pero al saber que tenían que pagar por la vigilancia de losmonitoresse echaron atrás. Sin duda, la jornada intensiva ha frustrado la implantación de la fiambrera, pero es que además, tal y como estaba prevista, la tartera iba a ser un servicio de comedor descafeinado», lamenta Àlex Castillo. A título orientativo, Ensenyament cifró en un máximo de 3 euros el precio de una comida con fiambrera.

«Pero es que desde el principio se dijo que no iba a ser un servicio a coste cero, que, como mínimo, las familias tendrían quepagar a los monitores», replica Farriol, quien defiende la validez de la medida pese a su escaso éxito. «Siguen llegando peticiones de información para implantarla en primaria e incluso en guarderías, pero nosotros lo desaconsejamos para niños tan pequeños», observa.

«Es una lástima -añade el presidente de la Fapaes- que el tema se haya tergiversado tanto, hasta el punto de que algunos partidos lo han utilizado durante la campaña electoral». «Lo que nadie ha dicho es que la fiambrera no sustituye a las becas comedor. La jornada intensiva sí ha ahorradobecas de comedor, sencillamente porque ha eliminado los comedores», afirma Farriol.

MÁS TRABAJO, MÁS GASTO / «La Administración se ha quedado sola con su iniciativa, porque los institutos que siguen abriendo por la tarde consideran que ofrecer el servicio de fiambrera les supone más trabajo, al tener que habilitar espacios, contratar monitores y comprar neveras y microondas», agrega Castillo. Por eso, concluye, «posiblemente la mayoría de los consejos escolares ni se han planteado la posibilidad».

Desde Ensenyament la respuesta es tajante: la Generalitat, afirma una portavoz del departamento que dirige Irene Rigau, «se limitó a escuchar la petición de las ampas, analizó la situación y creó un protocolo para regular lo que se consideró un fenómeno que empezaba a producirse en algunos centros de secundaria, especialmente en el medio rural». La Fapac, sin embargo, no secundó en un principio la reclamación, aunque tampoco la rechazó.

Para evitar críticas desde el punto de vista nutricional, Ensenyament elaboró unas recomendaciones, en colaboración con la Conselleria de Salut, sobre cómo preparar menús sanos de fiambrera.