Felicidad contra el infarto

La enfermera Paula Villanueva analiza a una voluntaria.

La enfermera Paula Villanueva analiza a una voluntaria.

ÀNGELS GALLARDO / BARCELONA

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La idea que un escogido grupo de investigadores adscritos a 20 hospitales españoles -entre ellos el Clínic y el Mar, de Barcelona- se propone demostrar establece que disfrutar de la vida, afrontar los conflictos cotidianos con una confortable distancia y sentirse satisfecho y feliz son elementos «tan o más» protectores de la salud cardiovascular como la dieta mediterránea. De esta dieta ya se ha comprobado científicamente -lo publicó hace un año la revista New England Journal of Medicine- que disminuye hasta un 30% el riesgo de sufrir infarto de miocardio, ictus cerebral o muerte por alguna de esas causas.

Esta es la hipótesis que da forma al estudio Predimed Plus, que el pasado enero iniciaron los citados hospitales, en el que está previsto que participen como mínimo 6.000 ciudadanos. El proyecto, ante el que existe una enorme expectación europea y sobre todo norteamericana, está financiado  por el Instituto de Salud Carlos III, del Ministerio de Economia y Competitividad. Un 50% de los participantes, voluntarios, serán hombres de 55 a 80 años, y un 50%, mujeres de 60 a 80. De ellos, 1.200 procederán de Catalunya: 600 los proporcionará el Hospital Clínic, coordinador de la intervención catalana, otros 300 el Hospital del Mar, y 300 más la Universitat Rovira i Virgili, de Reus.

OBESOS Y CON SOBREPESO / La investigación, sin percedentes en el mundo, tendrá una duración de seis años. Para añadirle complejidad, los participantes del Predimed Plus -que ya están reclutando médicos de los CAP- deben ser personas que sufren obesidad, sobrepeso o síndrome metabólico, una específica acumulación de grasa visceral, ostensible en la zona del abdomen.

Se dividirán en en dos grupos, de 3.000 personas cada uno. El colectivo más importante, desde el punto de vista de la idea a demostrar, habrá de seguir una estricta dieta tipo mediterráneo: mucha verdura, fruta y cereales, aceite de oliva, algo de pescado, apenas carne y un par de vasos de vino tinto al día. Al tratarse de personas con exceso de peso, se les pautarán menús bajos en grasa. A esto habrán de sumar ejercicio físico regular -personalizado- y, lo más determinante, se les introducirá en técnicas que deberían ayudarles a ser felices. Terapia psicoconductual de alta intensidad o prácticas de

mindfulness dirigidas a propiciar que el voluntario aprenda a relajarse placenteramente, meditando en postura de loto. Esos son dos de los recursos que se les ofrecerá para ayudarles a encontrar el camino de su felicidad. «Será una felicidad buscada, con intervención por nuestra parte», explica el doctor Ramon Estruch, que coordina la investigación en el Clínic. Los otros 3.000 voluntarios seguirán  simplemente una dieta tipo mediterráneo, prescindiendo de si mientras la ingieren se sienten felices o desgraciados.

De cumplirse la hipótesis de partida, los participantes del primer grupo habrán perdido el 10% de peso, tendrán menos cintura grasa y habrán sufrido menos infartos, ictus y muertes de origen coronario que sus colegas del otro grupo.

MENOS CÁNCER / «El reto que nos hemos marcado es muy importante: medir la felicidad percibida por un paciente, ya que ese será el único elemento que distinguirá a los dos grupos de participantes -prosigue Estruch-. El objetivo es poder atribuir a ese dato la mejora cardiovascular que esperamos detectar». Estruch se muestra convencido de que «el estilo» de vida mediterráneo -que implica ejercicio físico- reduce con mayor intensidad que la simple dieta sana el riesgo de sufrir infarto o accidente vascular cerebral. «El concepto del estilo de vida mediterráneo incluye paseos por el mar, quedar en la terraza de un bar con los amigos para cenar o tomar una cerveza, no limitar las actividades a la jornada laboral, tener aficiones», describe el médico. «Pensamos que el resultado de Predimed Plus demostrará incluso que la cifra de tumores sufridos por los participantes en el estudio es inferior a la tasa de la población general», sostiene Estruch, que no oculta el temor a que algún colega les acuse de intentar medir lo intangible. «Somos conscientes de que es francamente difícil medir el grado de felicidad que siente una persona, pero utilizaremos parámetros que permitirán objetivar los resultados», adelanta.

Los candidatos pasarán exhaustivas revisiones físicas y controles cardiacos. Se les entrevistará de forma periódica y se vigilará que disponen de los apoyos imprescindibles para mantenerse felices durante los seis años de duración del estudio.