Un falso nuevo radar de la Guardia Civil genera inquietud en internet

Un email alerta de que Tráfico ha comprado 800 vehículos camuflados con cámara en la puerta

ÓSCAR HERNÁNDEZ / BARCELONA

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Una falsa noticia que asegura que la Dirección General de Tráfico ha adquirido 800 radares móviles instalados en vehículos Citroën C3, C4, C5 y Picasso ha provocado inquietud en internet desde este semana. La noticia está incluida en un email, que no cesa de ser reenviado. Algunos blogs también se han hecho eco de la información.

Hasta el portal de noticias Meneame.net la recoge como una de las más votadas y sólo uno de sus 60 comentarios descubre que en realidad se trata de una leyenda urbana.

Fotos desde el lateral

La noticia, para que sea más creíble, va acompañada de una fotografía en la que puede verse la supuesta nueva cámara radar que no va montada en el morro delantero del coche camuflado de la Guardia Civil, sino en la puerta lateral trasera. El objetivo del artilugio sería el de fotografiar a los conductores que adelanten confiados al Citroën de la Guardia Civil.

"Cuidadín con en los adelantamientos con coches con puerta abollada, va un radar", asegura el autor del email. También pide a "los conductores prudentes": "El que sea capaz de ver los bollos de la puerta trasera del coche que adelante, es que está atento a la carretera", añade el autor del email, que incluso se permite relacionar una interminable lista de sanciones en función del límite saltado y del margen de aumento de la velocidad permitida.

Sorpresa

Fuentes de los Mossos d'Esquadra y de la Guardia Civil han desmentido que Tráfico haya adquirido esos 800 vehículos que menciona el falso email y que se les haya dotado de un radar oculto en su puerta lateral trasera para sancionar adelantamientos. Las mismas fuentes se mostraron sorprendidas por la gran cantidad de supuestos nuevos coches-radar y que se haya dado credibilidad al email.

Y es que la noticia es lo suficientemente increíble y sobradamente inquietante como para que no se cuestione su veracidad y se convierta en una leyenda urbana que se extiende tan rápidamente como los coches que a cada momento fotografían los radares.