Fabian Mohedano: «La cocina era mía hasta que nacieron los niños»

Impulsa 'Ara és l'hora', una iniciativa que propone reformar los horarios y los usos del tiempo para ser más felices.

«La cocina era mía hasta que nacieron los niños»_MEDIA_1

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GEMMA TRAMULLAS

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Sobre el asfalto de la plaza Reina Maria Cristina de Barcelona hay dibujado un precioso reloj analemático, una circunferencia de varios metros de diámetro que contiene las horas y los meses del año. Si uno se sitúa sobre el mes corriente -septiembre en este caso-, la propia sombra marca la hora solar. La sombra de Fabian indica las ocho, pero en el reloj son las diez de la mañana.

-Vamos con dos horas de retraso.

-Este es el drama. En cambio, el resto del mundo sigue el ritmo circadiano, el que marca la cronobiología: comen a la una y cenan a las ocho.

-Y además, tienen la tarde libre.

-Vivimos en un contexto en el que el trabajo continúa siendo el centro de nuestras vidas. En El derecho a la pereza, Lafargue decía que esto de trabajar es una barbaridad. En un lenguaje provocador y desafiante -piense que lo escribió en 1880, en plena industrialización- proponía una semana laboral de tres horas. Es un libro a tener en cuenta, en el sentido de que el trabajo no lo es todo.

-Veamos su agenda de hoy [por el jueves].

-Es un día excepcional porque estamos en plena campaña de la Setmana dels Horaris y he tenido un problema familiar . He pasado la noche con mi padre en el hospital, por la mañana he llevado a los niños a la guardería, he limpiado la casa...

-[arqueo de cejas]

-Los hombres de mi generación han empezado a volver a casa, pero las tareas domésticas siguen estando segregadas por género. En casa la cocina era mía hasta que nacieron los niños (que tienen 1 y 2 años) pero ahora es de su madre. ¡Yo ni siquiera sé qué llevan los purés! El cuidado de los hijos y, sobre todo, de los mayores sigue recayendo en las mujeres. Esto, junto a unos horarios irracionales, hace que las españolas sean las mujeres más estresadas de Europa.

-«La vida cotidiana vale más que el petróleo y el dinero», escribe en su Twitter.

-No solo se trata de ser dueño de tu tiempo, sino de cómo te organizas y cuáles son tus prioridades. Para mí es fundamental contribuir en las tareas domésticas, estar con los niños por la tarde y pasar un tiempo con mi pareja antes de ir a dormir. Pero no piense que lo pinto todo superidílico: los niños me cansan, pero forman parte de mis prioridades. La mejor política social sería reformar los horarios para volver a comer a la una, cenar a las ocho y tener las tardes libres para cuidar de los nuestros sin estar pendientes del móvil.

-¿Qué satisfacción aporta priorizar la vida cotidiana y las relaciones con los demás?

-Desde Bertrand Russell a Richard Layard, todos hablan de que la persona que dedica tiempo a los demás y aporta su granito de arena para mejorar el mundo es mucho más feliz. Si Franco levantara la cabeza estaría orgulloso de la herencia horaria que nos ha dejado: no solo  putea a las mujeres sino también a la democracia. Aquí los ciudadanos no tenemos tiempo para participar en la política, aunque hay alguna excepción: el proceso soberanista.

-¿Por qué?

-Tenía a punto un libro sobre la condición del tiempo como causa de la desafección política, pero he tenido que pararlo porque se me han caído todas las estadísticas. La gente de la Assemblea Nacional Catalana siente que está contribuyendo a la construcción del futuro de su comunidad y por eso dedica tantas horas y tanta ilusión.

-¿Podemos completar su agenda de hoy?  Nos habíamos quedado en la guardería.

-Después de esta entrevista tengo una reunión en la Generalitat, después otra con el alcalde Trias y de cinco a ocho de la tarde doy un taller sobre usos del tiempo. Me da mucha rabia porque llegaré a casa y ya estará todo dat i beneït. Pero ya le he dicho que hoy era un día excepcional.