COMPETICIÓN EN EL CIRCUIT DE CATALUNYA

Del mono de cuero a la corbata de Brompton

Cerca de 200 adeptos a la bici plegable 'made in London' participan en una singular carrera en Montmeló

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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"No, por favor, usted primero". "Pase, pase; no hay prisa". "¿Ha terminado ya con la mancha?". "¿Le apetece un poco de pastel vegano de chocolate?". "No se preocupe, ahora mismo le echamos una mano con esa rueda". Este paddock se parece más al refinado palco de la carrera de caballos de Ascot que a una prueba ciclista. Lo cierto es que tiene un poco de todo, porque en esta cita maridan con rabiosa exquisitez la elegancia y el deporte. Y es textual: en el Campeonato Mundial de Brompton es obligatorio participar con camisa, americana y corbata (o pajarita). En el caso de ellas, si así lo desean, un estiloso vestido.

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Bienvenidos al Circuit de Catalunya, donde este sábado se han dado cita cerca de 200 incondicionales de esta bicicleta plegable 'made in London' para dar tres vueltas al trazado (14 kilómetros). Entre los rodadores, dos voluntariosos redactores de este diario. Ahí va la crónica de lo acontecido.

MODELOS TUNEADOS

Lo primero que llama la atención es que la Brompton es de todo menos homogénea. Va por barrios. Y también por carteras. Uno puede quedarse en el modelo que viene de serie, que no es precisamente barato, o puede empezar a añadir 'gadgets': ruedas de asfalto, asiento de competición con tijas ultraligeras, manillar que permite acoplar la posición, pedales automáticos, titanio por todas partes... El 'dress code' (por cierto, mucho extranjero en la parrilla) también ayuda a situar el 'target' de esta marca cuya primera unidad empezó a rodar en 1975 al sur de Kensington de la mano del inventor Andrew Ritchie. El hecho de que haya que pedalear medio trajeado da cierto pedigrí a la cosa.

Es lo que tiene ser un producto típico y genuinamente londinense: una extensión de la 'city'. Pero ojo, que Barcelona ostenta el título de urbe más 'bromptons' por habitante, unas 20.000, según aporta Koos Kroon, el holandés que trajo estas bicis a la que es su ciudad desde hace 18 años, el hombre que se inventó esta simpática prueba que hoy se celebra en 12 metrópolis de todo el mundo. 

MALDITAS CUESTAS

La salida recuerda la de las motos en las 24 horas de Le Mans. Pilotos en un lado de la pista. Y al otro, la máquina. Aquí, sin embargo, no basta con arrancar y salir pitando, puesto que las bicis plegables -el nombre no engaña- deben desplegarse antes de ser usadas. Ahí se produce el primer corte, entre los que la tiene entre las piernas en cinco segundos y los que tardarían menos en completar un cubo de Rubik de ocho lados.

Con todo el pelotón en pista, el ciclista repasa las horas y días previos; esos momentos en los que se decía a sí mismo que el circuito es llano y que esto será coser y cantar. Mentira. Lo fácil es culpar a la tele, que no muestra las malditas cuestas de Montmeló en las retransmisiones de los grandes premios. El fanático de las motos recordará el 'sacacorchos' de Laguna Seca, ¿pero porqué nadie ha hablado nunca del dichoso 'tourmalet' del Circuit de Catalunya?'. Hasta en cuatro ocasiones hay que exprimirse de lo lindo para superar sendas ascensiones que Marc Márquez se desayuna con un golpecito de gas. Tampoco ayuda la americana, que convierte la camisa en una 'spontex'

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La carrera la han ganado Unai Álvarez y Mireia Soler, que se llevan para casa el boleto para participar en la gran final de este campeonato mundial, que se celebra en Londres (la Prudential Ride) el 29 de julio. En su tercera vuelta han llegado a doblar a algunos participantes. Único punto discutible de la jornada, pues a estos colistas no se les ha dejado completar su tercer giro al circuito, aunque les han dado igualmente la medalla de 'finisher'.

Los trofeos los ha entregado uno de los participantes, el cónsul del Reino Unido en Barcelona, Lloyd Millen. Un hombre del distinguido cuerpo diplomático de su majestad la reina Isabel II. No podía ser de otra manera.