Estela Córcoles: «Es difícil hallar repertorio para un cuarteto de flautas»

Un cuarteto de flautas traveseras es algo muy poco común en el mundo de la música de cámara. Algo raro, francamente. «Hay formaciones muy establecidas desde hace siglos: el cuarteto de cuerda, el trío de cuerda o el quinteto de viento. Pero hay tan pocos cuartetos de flautas que hasta es difícil hallar repertorio», dice Estela Córcoles, la joven flautista de Almansa (Albacete) que con otras tres jóvenes flautistas formó hace tres años el Quartet Neuma; de flautas traveseras, evidentemente. Este, el 2015, ha sido de lejos su mejor año, y podría acabar en soberbio si se concretan las buenas noticias que las cuatro aguardan cruzando los dedos.

-Así que no hay repertorio. O muy poco.

-Hay siglos en los que no se compuso nada para cuartetos de flautas, y tuvimos que investigar mucho. Cuando nos presentamos a nuestro primer concurso descubrimos la obra de un compositor checo, Anton Reicha, y luego varias obras de compositores franceses del XVIII y el XIX. Pero nos costó trabajo.

-Estela Córcoles, Alejandra Villalobos, Anna Pujol y Raquel Díaz. Todo grupo tiene una génesis. ¿Cómo se juntaron?

-Nos conocimos en la clase de flauta travesera. Las cuatro estudiábamos en la Escola Superior de Música de Catalunya y teníamos una profesora, Júlia Gállego, que fomentaba que los alumnos nos escucháramos y nos ayudáramos mutuamente. Lo cual está muy bien, porque entre los músicos suele haber mucha competitividad. Nosotras empezamos a quedar fuera de clase para practicar.

-Competir, presentarse a concursos: ¿es la senda natural para un grupo de cámara?

-Sobre todo por tener un objetivo, porque si no tienes un objetivo el trabajo de grupo acaba por carecer de sentido. La verdad, en algún momento pensamos que un cuarteto de flauta no tendría nada que hacer frente a las formaciones tradicionales, que para empezar tienen más repertorio, pero…

-...pero les ha ido bien, ¿no? Sobre todo este año. Primer premio en el Concurs d'Interpretació l'Arjau, primer premio en el Festival Internacional de Panticosa, segundo en el Josep Mirabent i Magrans… 

-Pues sí. De los tres proyectos musicales en los que estoy metida, es en el que más confío, entre otras cosas porque lo más difícil en un grupo es que funcione a nivel personal, y este funciona muy bien. Es algo que se nota y que los jurados aprecian. Juntas estamos más tranquilas, tocamos más tranquilas; nos potenciamos. «Es que se nota que sois amigas», nos dicen los jurados.

-Pero ¿no es el deseo de todo músico clásico tocar en una gran orquesta?

-Sí, en teoría sí. Lo que pasa es que hay pocas plazas, y para conseguirlas hay que pasar unas pruebas muy duras. Cuando funcionan, los proyectos más pequeños y más cercanos al público son más agradecidos.

-Tengo entendido que también tiene debilidad por la enseñanza.

-Sí, me gusta enseñar. Actualmente doy clases en tres escuelas, entre ellas la Escola Pia de Balmes, en Barcelona, donde hay un proyecto muy interesante que coordina Eulàlia Roca. Todos los profesores tenemos una vida activa musicalmente hablando fuera de la escuela, y los niños van a nuestros conciertos y de ese modo tienen un referente de lo que se puede hacer de mayor si te dedicas a la música. En otros sitios no les gusta que tengas proyectos musicales aparte, pero en esta escuela se potencia.

-¿Por qué son decisivas estas semanas que vienen?

-Pues porque vamos a Alemania a participar en un concurso internacional; que sepamos, el único que hay solo para formaciones de flauta. Es decir, que vamos a ver lo que hacen otros grupos similares al nuestro. Además, esperamos noticias del Young Concert Artists, que se celebra en Nueva York en noviembre. Si nos seleccionan, es una gran oportunidad: acuden muchos representantes en busca de talento.