NUEVO DEBATE EN TORNO A LA ENSEÑANZA

La escuela obligatoria hasta los 18, inviable sin una FP eficaz

Un estudiante de FP en el instituto Rambla de Prim de Barcelona.

Un estudiante de FP en el instituto Rambla de Prim de Barcelona.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando un partido político abre el debate, a dos meses de unas elecciones generales, de que la escuela sea obligatoria para todos los jóvenes hasta los 18 años, la primera reacción puede ser de escepticismo. Y hasta de cierta incredulidad. ¿A quién se le ocurre alargar dos años más la estancia en el instituto cuando cuesta tanto que algunos estudiantes no lo abandonen antes de los 16?, debieron de pensar ayer algunos, cuando escucharon la propuesta. «Ya estamos -exclamarían otros- reformando la educación, como cada vez que cambia el gobierno».

Pero más allá del electoralismo que pueda tener la medida, planteada en el programa presentado ayer por el PSOE, la verdad es que el anuncio traslada a España un debate de calado pedagógico, que viene de lejos y que ahora mismo está muy vivo en muchos otros países.

«Algunos gobiernos europeos están hablando sobre la conveniencia de tener a sus jóvenes escolarizados durante más tiempo, creen que su modelo educativo tendría que acompasarse con el de otros países, especialmente anglosajones, donde la escuela ya es obligatoria hasta los 18 años», observaba Montse Ros, la nueva secretaria de Política Educativa de CCOO. «Otra cosa es que realmente sea necesario hacer que sea obligatorio, cuando quizás baste con reformar la oferta actual y hacerla atractiva y flexible». «En todo caso, esa tendencia internacional confirma, lamentablemente, que las leyes educativas se modifican para atender las leyes del mercado y no para atender las necesidades de los jóvenes», agregaba Jaume Funes, psicólogo social especializado en adolescentes, que aprovecha para constatar que la medida contribuiría a reducir la tasa de paro juvenil.

Sean cuales fueren las motivaciones de la propuesta del partido de Pedro Sánchez, la medida tiene entre la comunidad educativa más defensores que detractores. «Es muy importante porque tenemos un abandono escolar brutal», afirma Ismael Palacín, director de la fundación Jaume Bofill, dedicada al análisis del sistema educativo. Ese fracaso, prosigue Palacín, «no es debido al bajo nivel educativo, sino a los efectos de expulsión que genera un sistema que no vincula ni motiva al estudiante a seguir, ni le ofrece alternativas al bachillerato».

EL EFECTO GUARDERÍA

«Desde luego, no hay que entender esta prolongación de dos años de escuela como una guardería donde se meterá a los chicos que ahora abandonan para no tenerlos en casa sin hacer nada», objeta Maria Vinuesa, miembro de la ejecutiva de la asociación pedagógica Rosa Sensat. «Este cambio, que ha de ser estudiado muy a fondo antes de ser emprendido, no tiene recorrido sin viabilidad económica: hay que prever refuerzos de profesorado, becas y, sobre todo, unos nuevos itinerarios formativos», remacha

«Está claro que en la actualidad quienes salen de la escuela a los 16 años, sin seguir luego una formación posobligatoria, tienen una capacitación a todas luces insuficiente para las necesidades actuales, y que quienes dejan de estudiar tras la ESO quedan indudablemente en una situación muy vulnerable», constata Màrius Martínez, profesor de Pedagogía Aplicada en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Dicho esto, apostilla Martínez, «cualquier decisión de alargar la escolaridad debería de ir acompañada de un análisis detallado para saber qué falla ahora. Antes de tomar una decisión, serían necesarios más datos y un proceso participativo», reclama.

La intención, subraya por su parte Francesc Imbernón, profesor de Didáctica y Organización Educativa en la Universitat de Barcelona (UB), es que «quienes salgan del sistema educativo lo hagan, como mínimo, con una titulación profesionalizadora, que les habilite para encontrar un trabajo cualificado».

La propuesta ahora planteada «entronca con una reivindicación defendida desde hace años por el Foro de Sevilla, una agrupación independiente de pedagogos españoles que defiende la escuela pública y un cambio en las políticas educativas», indica Imbernón, que es uno de los 45 pedagogos y profesores españoles firmantes del manifiesto del foro.

OJO CON LOS MÁS VULNERABLES

«No se trata tan solo de ampliar hasta los 18 años la educación de forma obligatoria y forzosa, entre otras razones porque el alargamiento de la escolaridad perjudica y mucho a los hijos de las clases sociales más bajas, como se está viendo con la ESO», alerta el sociólogo de la UB Xavier Martínez-Celorrio. «Esta es una etapa clave en la vida de un joven y, sin una oferta educativa atractiva y flexible, muchos chavales pueden quedar perdidos, especialmente los que pertenecen a familias con menos recursos», insiste el psicopedagogo Jaume Funes.

Coinciden todos los consultados por este diario en que la prolongación de la educación obligatoria hasta los 18 debería de pasar, sí o sí, por una reforma a fondo de la actual oferta de formación profesional (FP). «Se ha de alargar la garantía formativa con una secundaria mucho más flexible y diversificada en tres ofertas gratuitas: bachilleratos, formación profesional y una tercera opción de segunda oportunidad, que recualifique a los estudiantes y les permita reengancharse en las otras vías», observa Martínez-Celorrio. «Esta tercera alternativa de educación secundaria existe ya hoy como una vía no reglada, donde se encuentran por ejemplo los programas de garantía juvenil, las aulas-taller y la educación de adultos, pero está fragmentada y habría que coordinarla desde los municipios bajo un núcleo curricular común», avisa.

También hay acuerdo a la hora de reclamar recursos. «Si se quiere implantar una medida como esta no se deben cometer los errores que se cometieron con la LOGSE, cuando la educación obligatoria pasó de los 14 a los 16 años pero no se previó la planificación necesaria», señala Maria Vinuesa. «Estudiar más años en un sistema obsoleto como el actual, que promueve la desmotivación, no será mejor para los estudiantes», agrega, a modo de colofón, el director de la Jaume Bofill, Ismael Palacín.