Quince años en la carretera: "Trabajar en esto te mata"
María es de las pocas españolas que sobrevive vendiendo su cuerpo en la N-2, copada por bandas del Este
María (no es su nombre real) es una de las pocas, si no la única, española que queda ejerciendo la prostitución en la carretera N-2 a su paso por Girona. Su puesto se encuentra cerca de la frontera invisible que separa esta provincia de la de Barcelona. Hace dos años sufrió las amenazas de otras trabajadoras sexuales, procedentes de Europa del Este. Se presentaron armadas con un palo para que abandonara la zona. Según fuentes policiales, llegaron a apalearla. Ella, sin embargo, no habla de este incidente. Se ha convertido en una silueta reconocible para muchos conductores que circulan diariamente por esta vía desde hace mucho tiempo.
-¿Cuántos años lleva ejerciendo la prostitución? Desde que murió mi marido, hace más de 15 años. Me dejó con dos hijos y no supe buscarme otra forma de ganar dinero para cuidar de ellos. Se murió porque fumaba mucho. El tabaco es muy malo, se te mete todo en los pulmones.
-¿Antes de qué trabajaba? Recogíamos chatarra. Pero cuando me quedé sola no pude seguir.
Al recordar a su marido, María se señala un tatuaje que luce en el hombro. Es la cara de un hombre, la de su esposo fallecido. En el muslo, muy cerca del sexo que ofrece para ganar un sustento para su familia, tiene otro tatuaje. Es el de la cara de un niño, su hijo.
-¿Si encontraras un trabajo, lo dejarías? Sí. Estoy enferma.
-¿Qué le ocurre? Sufró del corazón y también de los riñones.
-¿Qué es lo más difícil de trabajar en la carretera? Son muchas horas aquí, todos los días, desde las ocho de la mañana hasta las tres de la tarde. Y esto te mata.
En su puesto tiene una silla de plástico y una sombrilla de playa. Su piel ha envejecido prematuramente, si es cierto que, como dice, solo tiene 38 años, por la factura que deja tantas horas de exposición al sol. Asegura que no descansa ni durante los fines de semana.
-¿Fue muy dura la primera vez? Mucho. Era una aprendiz y nadie me enseñó cómo tenía que actuar.
-¿Recuerda a ese primer cliente? Recuerdo la situación. Pero no a él. Han pasado muchos hombres desde entonces.
-¿Cuántos coches se paran cada día? Uno o dos, depende del día. A veces no se para nadie.
-¿Quiere que ponga algo en concreto en la noticia? Por si necesita cualquier cosa... No. Lo que sí le pido es que nadie me reconozca. No quiero que se entere mi familia.
-Pero si se deja ver en la carretera todos los días... Sí, pero ellos no son de aquí, no pasan por esta carretera. No quiero que sepan a qué me dedico.
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