EFECTOS DEL TEMPORAL Y EL DESHIELO

La enésima amenaza

SÍLVIA BERBÍS / MIRAVET

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En cualquier otro pueblo que nunca esté entre titulares, el despliegue mediático altera la tranquilidad y ocasiona revuelo. En Miravet, lo que sienten los aún amables vecinos es más bien hastío: es el primer pueblo de Catalunya cuyo tramo urbano se inunda cuando hay crecidas del Ebro. El límite está en 1.900 metros cúbicos por segundo (m3/seg). Los vecinos se sienten víctimas, una vez más, de la gestión hidrológica. «Mira, en el 2008, el agua llegó hasta aquí y no se habló tanto, pero ahora está todo tan mediatizado...», señala el barquero, apuntando a la marca que pintó entonces en una pared, metro y medio por encima de donde estaba el nivel ayer al mediodía.

Pero estaba subiendo, y sabían que de nuevo, en unas horas, las fincas más bajas, de la zona de la illeta, quedarían anegadas. Otra vez llegaría la tensión, con la incertidumbre de si esta vez saltaría el agua de nuevo a la plaza del Arenal. «Yo ya sé cómo funciona esto, es siempre lo mismo: cuando llegue la noche y las cámaras se vayan, los bomberos empezarán a poner sacos en el muro de la plaza para detener la entrada del agua y llegará el río a mi casa. Así que al atardecer iré a evacuar la entrada y a subir mis cosas al primer piso», lamentaba un vecino reticente a decir su nombre. No quiere entrar al juego. «Para hacer más luz y dinero nos han puteado toda la vida», añade. Él, al igual que los alcaldes de la zona, sostiene que las hidroeléctricas imponen sus intereses y marcan la gestión de la Confederación Hidrográfica del Ebro.

En el Arenal, Narcís Borrell continúa pausadamente su labor de carpintero, restaurando la vieja barcaza, ajeno a las furgonetas y equipos de directo de las televisiones. «¡Ay, la de riadas que habrán visto estas barcazas, con casi cien años que tienen!», exclama. «Con la de días que lleva habiendo problemas aguas arriba, tendrían que haber soltado antes más caudal desde los embalses y ahora no estaríamos otra vez temerosos de lo que pueda pasar, pero, claro, las centrales hidroeléctricas quieren explotar al máximo la avenida y así estamos», critica.

Eso sí, pese a la expectación, nada que ver con las grandes riadas históricas que recuerdan los más ancianos. «Suerte de los embalses, porque si no en cuatro días estaríamos ahogados», señala Borrell. De nuevo el pregón les pone en alerta: «Avisamos a la población que están desembalsando 1.800 m3/seg desde Flix, procuren vigilar las fincas que tocan al río y los motores de los pozos. Esto no afecta de momento a las calles del pueblo», advierte el aviso municipal desde los altavoces. Solo queda esperar a que llegue la noche.