PEDERASTIA EN LA IGLESIA

En la ducha, hace 30 años

Un testigo del caso relata dos incómodos episodios con Román tres décadas atrás

MAYKA NAVARRO
GRANADA

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A los investigadores del clan de los Romanones les queda la ardua labor de acreditar cuándo empezaron las presuntas agresiones sexuales y hasta cuando se han estado celebrando esos «ejercicios espirituales» en los que se adoctrinaba y practicaba el «amor libre» y el sexo entre hermanos «para el elevar el espíritu».

Los hechos que relató Daniel en la carta al Papa y en la denuncia ante la fiscalía sitúan el inicio de las agresiones en el 2002, cuando apenas tenía 12 años y empezó a colaborar con Román de monaguillo. Con 17 años descubrió «la gran farsa que tiene este hombre montada». Y huyó, marchándose incluso de Granada.

A pesar del tiempo transcurrido hay escenas que nunca desaparecen de la memoria. Entre los testigos que en los últimos días ha localizado e interrogado la policía hay un hombre, que hoy tiene 44 años, que formó parte del grupo de adolescentes que hace ya 28 años alternaban con el cura Román cuando el sacerdote vestía de paisano y se comportaba como uno más de la pandilla. De aquel grupo, asiduo a la iglesia del Corpus Christi de Granada, dos se hicieron curas. Son los dos que ayer por la mañana fueron detenidos acusados de agredir sexualmente a menores, junto al jefe del clan de los Romanones.

«Al terminar de ducharme y correr la cortina de la bañera, vi al cura Román de pie frente a mí. Me hizo un gesto señalando mis genitales. Me ruboricé. Estaba muerto de miedo. Sentía pánico, pero supe mantener la sangre fría. Me vestí corriendo. Cené la tortilla de patatas que me había preparado el cura y salí de aquella casa corriendo. No regresé nunca más».

El relato contado a este diario por este hombre, que pide mantener su anonimato, sitúa ya a Román hace 30 años intentando abusar de menores. ¿Cuántos años pueden haber estado este cura y sus seguidores engatusando a menores con estas prácticas?

Este testigo no se considera una víctima porque él en esa época tenía 17 años y logró huir de aquel asedio. Meses antes ya había presenciado otra escena que le extrañó e incomodó. Había quedado en visitar a Román en la casa pastoral y al entrar, porque la puerta estaba entreabierta, unos gritos le llamaron la atención. «Al final del pasillo, del baño salieron cuatro hombres desnudos. No puedo recordar sus nombres. Se que algunos eran curas y otros diáconos. Pero la escena me incomodó muchísimo. No la entendí . Di media vuelta y salí de allí corriendo».

Este hombre nunca habló de estos dos episodios con nadie. Y su grupo de amigos del barrio del Zaidín, que cada vez acudían con más frecuencia a las diferentes casas del cura Román a jugar a cartas, ver películas o hacer los deberes, se fue disolviendo por la influencia del religioso. «Yo desaparecí de todo aquello. Otros como Manolo o Fran [dos de los cuatro detenidos de ayer] acabaron ordenándose sacerdotes».

El testigo recuerda a Román como un auténtico «seductor», un hombre con un excepcional don de palabra que siempre estaba rodeado de jóvenes. «Era uno más de la cuadrilla. Pero también te digo una cosa, en mi presencia, nunca en la vida se habló de sexo. De verdad. Le gustaba citarte a solas para que le contaras tus preocupaciones. Vaya, lo que hace un buen cura. Aunque en más de una ocasión se refería en la homilía a los problemas que le acababas de contar y alguno se enfadó».

La policía ha logrado localizar a casi todos los integrantes de aquella pandilla que alternaban con Román cuando el cura apenas tenía 33 años y ya despuntaba.