Dos de cada tres testigos de acoso escolar callan o participan

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ
BARCELONA

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La lacra del acoso escolar, posiblemente el indicador más visible de una mala convivencia escolar, mejora a ritmo muy lento en Catalunya. Si en el curso 2005-2006 un estudio encargado por el Parlament a las 'consellerias' de Ensenyament y de Interior constataba que un 18% de los estudiantes de instituto no habían sido jamás testigos de casos de acoso o malos tratos entre compañeros, la cifra mejoró hasta el 25,3% en la siguiente encuesta (la última de la que hay datos disponibles), elaborada durante el curso 2011-2012.

El de la violencia escolar es, dicen los expertos, un mal que, como el de las mujeres maltratadas, conviene ir visibilizando para que la sociedad lo condene y erradique. Con las prevenciones, por supuesto, que hay que tomar ante unos hechos en que los implicados son generalmente menores de edad. Por eso, señalan los especialistas, es tan recomendable (además de eficaz) la intervención de los propios compañeros.

En eso, no obstante, las cifras no son demasiado optimistas. La misma encuesta del 2011-2012 dice que dos tercios de los alumnos que habían sido en algún momento espectadores de un acto de 'bullying' prefirieron mirar hacia otro lado e ignorar lo ocurrido. Un 5% de esos testigos admitieron haber participado activamente en la agresión.

Es a estos jóvenes a quienes hay que movilizar contra el acoso, opinan los mediadores escolares y los psicólogos. En particular, hay que buscar la implicación en la lucha contra el 'bullying' de los estudiantes que, pese a permanecer pasivos ante un maltrato, condenan la acción del agresor, la rechazan. Estos representan, según la encuesta de la Generalitat, en torno al 40% de los alumnos espectadores.

TAMBIÉN EN PRIMARIA

Pese a que la mayoría de los estudios que se han hecho al respecto se han concentrado en los centros de secundaria, con jóvenes de entre 12 y 18 años, «lo cierto es que el asedio se detecta ya en primaria, a partir de los ocho o de los nueve, la edad a la que un niño empieza a marcar su personalidad», explica Andrés González Bellido, psicólogo y coordinador del programa de convivencia para la prevención de la violencia y el acoso escolar bautizado como Tutoría Entre Iguales (TEI).

No hay, prosigue González Bellido, un «perfil concreto respecto a las víctimas, porque víctima puede serlo cualquier alumno». Sí es posible describir algunos rasgos del agresor: «aunque depende de cada edad, en líneas generales, quienes asedian o agreden suelen ser chicos de carácter rígido, que no respetan las opiniones de los demás y que necesitan de un elemento de refuerzo social».

La prevención es clave. «Si bien los actos de violencia extrema son aislados, toda iniciativa que erradique desde la base futuras actuaciones agresivas es una buena inversión», destacaba la semana pasada el ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, en la inauguración unas jornadas para trabajar en la elaboración del nuevo plan estatal de convivencia escolar . El camino, insistió Méndez de Vigo, pasa por «la lucha contra la violencia de género, la inclusión de los más vulnerables -ya sean inmigrantes o estudiantes con necesidades educativas especiales- y la formación de los profesores en la gestión de conflictos».

El programa se ha puesto en marcha casi seis meses después de que lo anunciara el anterior ministro de Educación, José Ignacio Wert, a raíz de la muerte, en abril pasado, del profesor Abel Martínez en el instituto Joan Fuster de Barcelona, a manos de un alumno aquejado de un brote psicótico.