La donación voluntaria de cuerpos para la ciencia crece en Catalunya

Meritxell Cufí disecciona una pieza anatómica en una sala de la UB.

Meritxell Cufí disecciona una pieza anatómica en una sala de la UB.

ÀNGELS GALLARDO
BARCELONA

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La sala de disección de la facultad de Medicina de la Universitat de Barcelona (UB), ubicada en el corazón del Hospital Clínic, es fría como un quirófano, aunque mucho mayor. En lugar de una única mesa de operaciones contiene una decena de bancos rectangulares de acero, en cada uno de los cuales se pueden situar media docena de estudiantes de anatomía. En la mañana del pasado martes, en la sala solo se encontraba Meritxell Cufí, de 21 años, estudiante de tercer curso de Medicina, que practicaba la disección de medio torso humano que reposaba sobre el acero, compuesto por hombro, escápula, las costillas y el brazo derecho, con su mano entreabierta.

Las connotaciones aprensivas o impresionantes no entran en la sala de disección, donde son depositadas las piezas anatómicas que pertenecieron a los aproximadamente 100 cuerpos humanos que cada año consigue esta facultad, la que capta más donaciones de España. En el 2013, las siete facultades de Medicina catalanas reunieron 160 cuerpos donados para la ciencia, un 20% más que hace siete años.

Esos organismos, el 30% de los captados en toda España el año pasado, fueron cedidos en vida por sus propietarios para que sean empleados en los múltiples estudios científicos, y experimentaciones quirúrgicas, que requieren material biológico auténtico para su ejecución. El constante aumento del número de donantes es consecuencia de la valoración social de la investigación médica, y del creciente altruismo de los ciudadanos, considera el doctor Mariano Monzó, responsable del servicio de donación de cuerpos de la facultad de Medicina de la UB. «Tenemos repartidas 15.000 tarjetas de donante», asegura Monzó, en alusión a las credenciales que han sido entregadas, en persona, a quienes las han solicitado en la oficina de donantes de cuerpos que dicha facultad ha instalado en su planta baja.

NO PIDEN EXPLICACIONES / Al donante de su cuerpo no se le pregunta qué  motivación lo mueve, aunque el doctor Monzó asegura que nadie toma esa decisión por ahorrarse los gastos del sepelio. «No preguntamos si sufre enfermedades, no nos han de dar ninguna explicación -prosigue Monzó-. Consideramos que es un acto altruista puro. Y punto». Cuando los cuerpos llegan a la facultad de Medicina, antes de que se conviertan en piezas anatómicas objeto de estudio son sometidos a un análisis sanguíneo que detecta si sufren la infección del virus del sida, o una hepatitis B o C. En esos casos, el cuerpo es desechado para evitar contagios. Se incinera. Las piezas que serán objeto de disección llegan a la sala desinfectadas. Inodoras y limpias. Válidas tanto si su propietario falleció de un cáncer -se destinan para el análisis de tejido tumoral- como si murió de un súbito infarto de miocardio. Útiles siempre.

TRATO DE SER HUMANO / Cuando una persona se transforma en un conjunto de piezas anatómicas entra en otro plano de la realidad. Pasa a ser un interesante objetivo de observación aséptica y científica. El hombro y las costillas que tenía entre manos Meritxell Cufí («es mi primera pieza») era, para ella, un auténtico regalo. Provista de bisturís de varios calibres y una gama de pinzas quirúrgicas profesionales, la estudiante se aplicaba en la separación de la epidermis con su grasa adosada, la fascia y las primeras capas de músculo, concentrada en comprobar que todos los componentes fisiológicos que iba poniendo al descubierto eran los que esperaba, los que ha memorizado. «Una vez separe la fascia, que es esta piel fina que recubre los músculos, diseccionaré, por capas, toda la musculatura», explicaba, contenta, la futura doctora.

Para evitar anacrónicas novatadas, o una descarnada falta de respeto hacia quienes tanto favor les hacen, las facultades de Medicina elaboran reglamentos de uso, una especie de código deontológico que los estudiantes deben acatar. «Nuestro reglamento exige un comportamiento correcto ante las piezas anatómicas -explica Monzó-. Los estudiantes deben mantener una actitud respetuosa frente a las partes de un cuerpo que perteneció a una persona. Aquí no toleramos bromas».

La facultad de Medicina de la Universitat Autónoma de Barcelona, la segunda que más cuerpos capta en Catalunya, consiguió el año pasado 33 donaciones, un 50% más que en el 2007. Cada facultad promueve estas captaciones en su área geográfica. Todas, en función de su tradición, logran los cuerpos que, convertidos en piezas, rotarán más o menos tiempo, según disponibilidad, por las mesas de disección.