INFORME DE LA FAD Y EL BBVA

Profesores y especialistas pintan un futuro desolador para la educación en España

Un grupo de alumnos de primaria, en el aula de un colegio de Barcelona.

Un grupo de alumnos de primaria, en el aula de un colegio de Barcelona. / periodico

MANUEL VILASERÓ / MADRID

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Los expertos en educación y los docentes españoles miran con “desesperanza” el futuro. La gran mayoría no cree que el sector vaya a recibir un aumento de la inversión pública, imprescindible tras los recortes, no esperan que los enseñantes consigan el reconocimiento social que se les niega y tampoco ven posible un pacto de Estado que mantenga la educación al margen de los avatares de la política. Un panorama desolador en el que solo insufla algo de optimismo “la existencia de minorías de docentes, activas y emprendedoras, que impulsarán importantes cambios en la práctica docente”.

Este pesimista diagnóstico sobre las enseñanzas no universitarias es la principal conclusión del estudio ‘La educación en España: el horizonte 2020’, realizado en el marco de Acción Magistral, un proyecto de la FADBBVA y la Comisión Española de Cooperación con la Unesco, que ha sido presentado este viernes. El trabajo se basa en un panel de 200 expertos y docentes entrevistados cuyas opiniones solo aparecen a modo de conclusión cuando un mínimo de tres de cada cuatro las comparten.

FUERA DE LA AGENDA POLÍTICA

Si una cosa queda clara en el documento es que los entrevistados no confían en absoluto en los partidos políticos. Se muestran convencidos de que la comunidad educativa no será consultada en las modificaciones normativas que se produzcan mientras tampoco ven que la educación vaya a ocupar un lugar prioritario en las agendas de las administraciones.

La consecuencia es que seguirá la escasez presupuestaria, con múltiples consecuencias negativas: “disminuirá el número de centros educativos y, desde luego, lo hará la dotación de docentes, con lo que aumentará la ratio alumno/profesor. Además, las condiciones laborales de los profesores serán más precarias, tanto desde la perspectiva salarial como desde las condiciones de trabajo, pese a que se endurecerán y se harán más exigentes las condiciones de acceso a la docencia", advierte el informe.

MENOS BECAS Y PEOR DOTADAS

También advierte que la falta de financiación tendrá un reflejo directo inevitable sobre el alumnado y sus familiares: menos becas, peor dotadas y con más y más exigentes requisitos de acceso, así como textos y material escolar a cargo básicamente de las familias, al igual que el coste de las actividades extraescolares.

Solo hay una excepción al deterioro generalizado. La formación profesional sí será potenciada porque se ve como una salida a las dificultades por encontrar trabajo. Eso irá acompañado por un acento en los contenidos instrumentales y técnicos en detrimento de las humanidades, concentrándose los recursos en lo que se considere más útil para encontrar empleo.   

Tampoco se percibe un interés real  de las administraciones en revertir el deterioro de la imagen del docente. En este terreno se considera que, como mucho, se reforzará su “autoridad legal”, algo que consideran un reconocimiento “más formal que otra cosa”. “El clima emocional dominante” entre los enseñantes será de “un cierto desánimo resignado”,que mantendrá a la mayoría de ellos “desmotivados”.

TÉCNICAS DE APRENDIZAJE

El contraste lo representarán esas minorías muy activas que “irán creciendo en número y organizándose, y se mostrarán enormemente comprometidas con su formación, con la innovación educativa, con la búsqueda de nuevas fórmulas de relaciones escolares y, también, con la protesta por las insuficiencias”.

Respecto a la práctica docente se prevé que las técnicas memorísticas y las clases magistrales se mantengan, pero perdiendo fuerza frente a otras técnicas de aprendizaje: audiovisuales, debates, técnicas grupales. Pese al tópico, no se cree que teclados y pantallas vayan a monopolizar la enseñanza. Tendrán un uso más generalizado pero sobre todo de carácter instrumental; por ejemplo, los libros de texto irán perdiendo presencia ante materiales digitales, cada vez más preparados por el propio docente. Pero no va a generalizarse una auténtica enseñanza online, para la que “la mayoría de profesores no estarán preparados”.