EL TESTIMONIO

"Me dijeron que íbamos a visitar a la abuela, que estaba enferma"

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Laura, de Mallorca, tiene 18 años y empezó a fumar porros el año pasado. Eso, dice, fue el detonante principal de los problemas que tuvo después. "Mis padres no sabían que fumaba porros". Su hermana se fue a estudiar a Madrid, la relación era muy cercana y se sintió sola. "Me empecé a fugar para estar con mis amigos. Volvía el domingo a casa. Mi hermana dejó de hablarme". Y muchos amigos. Los padres denunciaban su desaparición y luego iban con ella a retirar la denuncia.

Al final, tomaron una decisión: "Me dijeron que íbamos a Barcelona a visitar a la abuela, que había tenido un accidente". La abuela estaba estupenda. Ingresó en Amalgama-7. Como los otros jóvenes citados, está en el camino al alta definitiva. Vuelve a estudiar segundo de bachillerato y se habla con su hermana.

UN NIÑO SIN HORARIOS

Guillem, de 18 años, empezó a tomar drogas con 12 o 13 años. "Hacía lo que quería, como si tuviera 18. Me castigaban sin salir y salía. 'Encerrado en casa', me decían. Y salía otra vez". Fue cambiando de instituto. Dejó de consumir. Trapicheaba. "A los 16 ya no iba al cole. Me despertaba a las cuatro o cinco de la tarde, me quedaba en casa y luego salía hasta las cinco o seis de la madrugada". Pasada ya la fase principal de su recuperación, todo es distinto: "Les empecé a coger cariño a mis padres. Cada fin de semana voy a casa. Me he sacado la ESO. Lo veía imposible". Cursa un grado de mecánica.