NUEVO TIEMPO EN EUSKADI

La (di)gestión de la paz

Un técnico de limpieza borra una pintada a favor de ETA en Gernika (Vizcaya), ayer, el día después de que la banda terrorista anunciase el cese definitivo de sus acciones armadas.

Un técnico de limpieza borra una pintada a favor de ETA en Gernika (Vizcaya), ayer, el día después de que la banda terrorista anunciase el cese definitivo de sus acciones armadas.

JOSE RICO

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Euskadi y toda España se despertaron ayer con una extraña sensación de alivio. Fue el primer amanecer en paz y libertad, sin ETA. Pero fue un alba llena de incertidumbre, de preguntas sin respuestas claras, de recelos y resquemores enraizados que llevará tiempo superar. Incógnitas tan profundas que nadie se atreve a despejar. ¿Cómo se construye la convivencia en el País Vasco? ¿Cómo se cosen los desgarros que la violencia ha provocado para que los hijos de las víctimas se den la mano con los hijos de los rendidos? ¿Cómo se reconcilia a la mitad de un país de 2,2 millones de habitantes con la otra mitad? ¿Cómo se puede pasar página sin lesionar la memoria de los asesinados? En definitiva, los vascos y todos los españoles se dieron cuenta de que no hay escrito un guión para digerir, primero, y gestionar, después, la tan ansiada paz.

Esta carencia no enturbió en absoluto la alegría de todos por la renuncia de ETA al terrorismo, pero sí puso de manifiesto que los actores políticos llamados a pilotar el proceso de paz tendrán que cerciorarse del orden en que mueven las fichas para no desbaratar el tablero. El diálogo será el eje de rotación, una vez calladas las armas, y los roles del Gobierno español y de los partidos vascos no se pueden disociar. El portavoz del Ejecutivo central, José Blanco, confirmó que José Luis Rodríguez Zapatero dejará la patata caliente a su sucesor, presumiblemente Mariano Rajoy. Y el lendakari, Patxi López, reafirmó que su primer paso será hablar con todas las fuerzas, incluida Bildu, como legal que es.

LA INTERSECCIÓN / Ambos caminos se cruzan. El futuro inquilino de la Moncloa deberá modular la política penitenciaria al nuevo tiempo de paz, un requisito clave en procesos de desarme y una llave que todos los gobiernos (también el de José María Aznar) han usado según las circunstancias, concentrando o dispersando a los presos etarras y facilitándoles beneficios si se reinsertaban. Los más de 50 recursos ante el Tribunal Constitucional contra la llamadadoctrina Parot(que permite ampliar las condenas) serán otra prueba de fuego. También se pueden flexibilizar las penas, con terceros grados, a reclusos enfermos o a quienes pidan perdón a las víctimas, algo que ha sucedido ya en algunos casos, siempre en privado.

El perdón discurrirá en paralelo al diálogo. El objetivo es que la izquierda aberzale, cuyo giro estratégico ha acelerado la claudicación de ETA, dé el simbólico paso de reparar el dolor con una disculpa pública. Los herederos de Batasuna se han resistido a cruzar esta línea mientras la banda no se rindiera, tratando de evitar que la historia les recuerde como los vencidos del «conflicto». Sin ese yugo, el independentismo radical tiene las manos más libres.

LA MESA DE PARTIDOS / De ahí que resulte imprescindible la presencia de Bildu en el diálogo político que el lendakari ha comenzado a engrasar. López reconoció ayer que la ronda de contactos está llamada a culminar en una mesa de partidos oficial que discuta el futuro de Euskadi. Esta convocatoria unitaria se atisba como el punto de sutura entre los dos frentes históricamente enfrentados: nacionalistas y constitucionalistas.

El planteamiento de una iniciativa tan obvia se ha conseguido normalizar solo tras deshacerse del lastre de ETA. En decenas de comunicados durante años, la banda la había fijado como contrapartida a su alto el fuego, por lo que PSOE y PP se negaron siempre a aceptarla, ni siquiera cuando un lendakari, Juan José Ibarretxe, la propuso formalmente. Sin embargo, los etarras admitieron en su rendición que «las causas del conflicto» les interesan ya poco, y que solo «las consecuencias», esto es, el futuro de los presos, le separan de su disolución.

Pero el foco ya no está en ETA. Incluso losoutsiderscoinciden en eso al opinar de la buena nueva. «Ahora les toca a los políticos dar un paso adelante», dijo ayer el entrenador del Barça, Pep Guardiola. Y se hable o no de vencedores y vencidos, el relato de la historia honrará a las víctimas. Los partidos les han prometido respeto y dignificación, sobre la base de que el poder decisorio recaerá en instituciones y partidos. Porque la memoria histórica, como la realidad vasca, es tan sensible y transversal que no es aconsejable intentar patrimonializarla.