El difícil reto de sacar a la luz el trastorno mental

Esteve y Cencerrero conversan en la plaza del Duc de Medinaceli de BCN.

Esteve y Cencerrero conversan en la plaza del Duc de Medinaceli de BCN.

TONI SUST / BARCELONA

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Obertament, agrupación de agentes privados del sector de la salud mental, nació hace más de cuatro años con el objetivo de combatir el estigma que sufren las personas con un trastorno mental. La causa requerirá un lento caminar, dicen los que la defienden, que la comparan con la trayectoria del colectivo gay en su lucha por lograr la igualdad de derechos: poder besarse en un bar sin que te echen, no ser marginado laboralmente por la condición sexual.

El paralelismo sirve a Obertament para apostar por su propia salida del armario, la expresión que se usa para explicar que alguien revela su homosexualidad. En este caso no se trata tanto de revelar nada, ya que la mayoría son reacios a dar detalles de su trastorno y consideran que quedarse solo con eso es etiquetar a una persona. Se trata de explicar a la gente que alguien con un trastorno puede trabajar, tener una vida normal y ser de confianza. En ocasiones más que gente que no ha sido diagnosticada y se considera «normal», esa palabra tan terrible.

REDUCCIONISTA

 «No soy un diagnóstico con patas», afirma Pedro Antonio Cencerrero, 39 años. «Todos me ven como una persona, no como un diagnóstico», dice Anna Maria Esteve, de 52 años. Ambos son portavoces de Obertament, activistas que conocen el paño y que han tomado la decisión de luchar por propiciar salidas de ese armario menos conocido. Si hay algo que les parezca incómodo es tener que explicar cuál es su trastorno. Lo consideran reduccionista.

A nadie con problemas de estómago se le definiría por esa dolencia, argumenta Esteve, nacida en Molins de Rei (Baix Llobregat) y residente en Arenys de Mar (Maresme). Cuenta que una vez tuvo su primer contacto con el trastorno, en su caso esquizo-afectivo, «una mezcla de esquizofrenia y depresión», quiso saber más y se interesó por un curso organizado para familiares de personas con problemas de salud mental. «Pero yo no quería que fuera nadie de mi familia. Quería ir yo. Me dijeron que el curso era para familiares de personas con problemas de salud mental, no para personas con problemas de salud mental». Y Anna Maria vio que había que hacer algo. Creó la asociación Resorgir, que forma parte de Obertament.

Esteve, que antes llevaba una empresa, estudió posteriormente Trabajo Social y ahora cursa un posgrado especializado en salud mental colectiva, de la URV. Ella tuvo el primer contacto con un trastorno por el de un familiar: «Entonces vi claro que se tenía que tratar como algo normal, como cualquier otra dolencia, con algo más de sensibilidad».

A Cencerrero, nacido en Vilassar de Mar y residente en Mataró (Maresme), le marcó la muerte de un hermano que falleció a los nueve meses, con parálisis cerebral. Él, el mayor de seis hermanos, tenía tres años y consiguió eludir el veto de los mayores y estar unos minutos junto al cuerpo. Por eso y por el problema de salud mental que tuvo mucho después, dice, acabó estudiando Integración Social. Ahora estudia Administración de Empresas en la UB. Él sufre un trastorno bipolar: «Es la primera vez que lo digo en un medio de comunicación». Sufrió el primer brote al irse a la mili, en Ibiza, algo que parece lógico porque para él irse al servicio militar fue «una liberación» después de muchos años trabajando para ayudar a la familia. Flirteaba con la carrera militar, pero la mili se acabó en seguida: lo llevaron al hospital en Palma y de allí le acompañaron a Barcelona: «Me dijeron que me acompañaba un teniente, pero era un enfermero». Intentó volver a la vida militar. Se presentó en el Cuartel del Bruc ofreciéndose. No pudo ser.

Ahora eso es pasado: «Estoy aquí hablando gracias a mis hermanos, incluido el que falleció». Y de lo que Pedro Antonio quiere hablar es de su activismo y de cómo esta sociedad no debería clasificar tan rápido: «Todas las personas tienen oscilaciones emocionales. No son lineales. Y hay mucho rechazo, cuando una persona diagnosticada puede estar mejor que alguien sin diagnosticar».

LUCHA INDIVIDUAL

De eso él tiene pruebas reales: aquella gente que un día se reía de él por el barrio y que luego fue a pedirle consejo porque estaba en una situación similar. «Mi lucha ha sido individual. Cuando he encontrado el equilibrio personal es cuando la he hecho colectiva»

El director de Obertament, Miquel Juncosa, subraya que según la Organización Mundial de la Salud, una de cada cuatro personas experimentará un problema de salud mental en algún momento de su vida. Pensar que no le tocará a uno es, por lo tanto, estadísticamente temerario. Pero sigue siendo la constante.

«Hay que tener un poco de locura», dice Esteve con una sonrisa. «La locura no significa falta de sentido común; a veces supone un exceso de sentido común». ¿Qué le pide esta portavoz a los políticos?: «Una mayor implicación, que nos tengan presentes, porque somos los últimos de la fila». Dice que un paso se ha dado en las familias de los que sufren un trastorno, que años atrás a menudo acababan encerrados: «Ahora quieren que sus hijos ocupen su tiempo, salgan de casa».

Pedro Antonio prefiere no pedir nada a las autoridades, se le ve bastante convencido de que lo que logre el colectivo será mérito suyo.

«Todavía no hay condiciones para que la gente salga del armario», asegura Juncosa, que sabe que no podrán lograr sus objetivos sin despeinarse: «Queremos un cambio cultural. Sabemos que ahora estamos poniendo la semilla. La lucha será a largo plazo».