Gente corriente

Didac Ferrer-Balas: «Siento que lo que hago está alineado con mis principios»

Cuando nadie hablaba de huertos urbanos, este ingeniero soñó con ver hortalizas en los balcones. Sigue soñando

Didac Ferrer-Balas.

Didac Ferrer-Balas. / JOAN PUIG

NÚRIA NAVARRO / Barcelona

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Didac Ferrer-Balas (Barcelona, 1974), ingeniero de materiales, se presenta a la cita con un regalo empaquetado con un primoroso envoltorio de tela: un puñado de judías blancas. El envoltorio no se tira. Las judías nutren. Es un símbolo de una nueva manera de entender el mundo y de relacionarse.

-Tras visitar con mi hija el Museu d'Idees i Invents de Barcelona, se nos ocurrió crear un papel de regalo reutilizable. Y decidimos que sería divertido incorporar una etiqueta con código QR para que se pueda seguir el itinerario que recorre y construir, así, una comunidad sensible a la idea de reutilizar las cosas.

-Adiós a las toneladas de papel de regalo que van directas a la basura.

-Y en vez de buscar un taller y empezar a fabricar elinfinitloop-que así se llama-, quisimos que fuera un recurso para generar ingresos en talleres de entidades sociales.

-Loable decisión.

-Fue el cuarto proyecto de Goteo, la plataforma decrowdfunding[micromecenazgo]. Logramos 8.000 euros y los empleamos en diseñar la web que permite seguir la trazabilidad del envoltorio y encargar las primeras 500 unidades a la Associació Estel Tàpia del Raval y a la Fundació Pare Manel.

-Esta no es su primera acción.

-No. Hace 10 años, junto a Josep Maria Vallès, ingeniero agrónomo, creamos Tarpuna, una pequeña empresa de iniciativas sostenibles. Empezamos con la idea del huerto urbano. Josep Maria había visto en pueblos pobres de Bolivia que, encima del corral, tenían un mesa donde cultivaban un huertito. Imaginamos que en los balcones de la ciudad se pudieran cultivar hortalizas...

-Diez años atrás nadie pensaba en plantar lechugas en el balcón.

-Eran tiempos de consumo desenfrenado. Ahora hay más de 10 empresas vendiendo huertos. Nosotros hemos vendido más de 10.000. Pero nuestro objetivo es el beneficio social. En el 2011 pensamos: ¿por qué no convertir Tarpuna en un vivero de innovación social al servicio de entidades que trabajan con personas en riesgo de exclusión? Ellas son las que fabrican y empaquetan los huertos.

-En el 2011 la crisis ya galopaba.

-Sí. Parece que todo pase por reducir y sacrificar, pero hay que aprovechar la crisis para reinventar y ganar autonomía, al margen de ciertos políticos. Así que empezamos a proyectar huertos sociales, otra forma de relación con el espacio público. Después de manifestarte y protestar, llega el momento de construir. Y este es mi espacio de construcción.

-Podía forrarse inventando prótesis, telas, componentes aeronáuticos...

-La innovación por la innovación es socialmente estéril. Da esa satisfacción del «qué original he sido». Pero si detrás hay una orientación social, sientes que eres parte de una solución.

-¿Qué otras ideas le rondan?

-Hay gente que pasa frío en casa o no puede cocinar. Para combatir la pobreza energética, estamos trabajando en un banco de energía, en el que los que puedan reducir el consumo ingresen el excedente en ese banco.

-¿No teme a los copiones?

-En innovación se suele decir «tengo una idea y la patento para que no la copien», pero en innovación social dices «tengo una idea, es buena para todos y cuanto más me la copien, mejor». Lo que nunca te pueden copiar son las relaciones de confianza de entidades que han visto que sumando ganamos todos.

-Usted se gana la vida de otra forma.

-Soy coordinador del plan de medio ambiente de la UPC.

-¿Y cómo le nació la conciencia?

-Supongo que tiene que ver con las experiencias vitales: ver a mi abuela reconvertir sobras en platos exquisitos, haber hecho mucho montañismo, pasar algún tiempo en Australia y en los países nórdicos.

-Curiosidad. Si entramos en su casa sin preaviso, ¿qué vemos?

-El piso es pequeño pero tiene un gran patio. Allí están el compostador y cinco mesas de cultivo. Y desde hace poco tengo un sistema de monitorización de la energía. No soy un bicho raro. Tengo coche, móvil, hipoteca. Pero siento que lo que hago está alineado con mis principios.